lunes, 23 de mayo de 2011

EL SISTEMA POLÍTICO DE LA TRIBU BEMBA EN EL NORRESTE DE RHODESIA de Audrey I. Richards en Sistemas Políticos Africanos. Traducción de Leif Korsbaek


EL SISTEMA POLÍTICO DE LA TRIBU BEMBA EN EL NORRESTE DE
RHODESIA[1]

Audrey I. Richards

I La organización política bantú - rasgos generales.
Los sistemas políticos de la mayoría de los pueblos bantú que conocemos demuestran una serie de sorprendentes similitudes, particularmente en lo que se refiere al sur y el centro de Africa. Aparentemente se trata en cada caso de una organización tribal que representa un grupo menor de linaje que se ha venido desligando de un tronco original, buscando su independencia y territorio nuevo o que ha sido dispersado bajo el impacto de ataques de enemigos del exterior. En el sur, en el centro y, en grado menor, en el este de Africa, la mayor parte de los grupos étnicos tienen una historia sorprendentemente corta de ocupación de su actual hábitat - raras veces más de 200 años y a veces hasta solamente de 50 a 100 años. Por esta razón todavía es posible reconocer la estrctura original de parentesco como el marco de su sistema político. La autoridad casi invariablemente se basa en la afiliación, que sea dentro de la familia, la aldea, la región o la nación, y el jefe de la tribu reune en su persona funciones ejecutivas, rituales y judiciales, de acuerdo al patrón de gobierno en cada unidad de parentesco constituyente. En su calidad de jefe de familia es el sacerdote en un culto a los ancestros, y en muchos casos se cree que posee un poder místico sobre la tierra; invariablemente exige el derecho al trabajo y a los productos de su pueblo. En la mayor parte de las tribuas que han sido hasta ahora descritas, la jerarquía de la sociedad bantú permite solamente un tipo de autoridad, una base del poder y un juego de atributos en sus líderes.
Aparte de esta relación personal que la tradición ha venido forjando entre el súbdito bantú y su jefe, otro rasgo más de la organización política depende de factores de parentesco, emocionales, legales y rituales. El poder político y sus prerrogativas tienden a concentrarse en las manos de los descendientes del grupo de linaje original, del cual el jefe es el representante vivo, y en muchas áreas la cohesión tribal parece depender en gran medida de la predominancia de esta línea de gobernantes, independiente de si este se cuente como el primer pueblo bantú que haya ocupado el territorio en cuestión o que haya conquistado a los anteriores habitantes y haya posteriormente construido un nuevo estado. Encontramos tribus que han sido nombradas por el líder original de la comunidad nuclear[2] (por ejemplo los zulu, o los grupos de linajes del norte de Basutoland que se conocen sueltamente como Bamoheng o Bamoketela); otros son nombrados por su clan (por ejemplo Kwena, Mangwato). Los descendientes del clan del primer jefe pueden conformar una casta gobernante (como en los casos de zulu, swazi, bemba), y puede ser que todos los clanes en la tribu pueden ser jerarquicamente organizados de acuerdo a su llegada y antigüedad en al área, según la tradición, o según su grado de parentesco con el grupo de filiación del jefe[3]. Los parientes inmediatos del jefe pueden jugar una parte definitiva en la organización política, pueden reclamar el derecho a un oficio como jefes territoriales o de aldea, participación en el consejo tribal o juntas menores de consejeros (es decir, el consejo formado por el hermano, la hermana y los parientes cercanos del jefe, entre los venda), o pueden conformar un consejo de regencia en el caso de la muerte del jefe (por ejemplo entre los venda, los tswana o los swazi).
Los siguientes rasgos son aparentemente los que en conjunto caracterizan a la organización política bantú - la posición del jefe como cabeza de una comunidad cuya cohesión se debe a relaciones de parentesco, reales o ficticias, y como sacerdote en un culto a los ancestros, y una estructura política basada en la posición dominante de una familia o un clan principal. Son las diferencias en el funcionamiento del gobierno y el uso de la autoridad tribal dentro de este patrón común que hacen interesante un trabajo comparativo como el presente. Estudiando un caso particular, hay un número de diferentes factores condicionantes que parecen explicar estas variaciones en la estructura política. Aparentemente los más óbvios son los siguientes: (a) el periodo de tiempo que la tribu lleva habitando su actual territorio; (b) el tipo de inmigración, que haya sido por medio de una penetración pacífica, la expulsión de otras unidades o su unificación[4]; (c) el énfasis puesto en los diversos principios de organización social, tales como filiación, edad, sexo o unión local a través de los cuales la tribu puede ser integrada y la autoridad determinada; (d) la base económica de las actividades del pueblo, que puede determinar el grado de dispersión, la forma de liderazgo requerida y los valores económicos relacionados con las prerrogativas políticas; (e) el tipo de gobierno extranjero al cual la tribu se encuentra sujeta y los elementos europeos que afecten su desarrollo político, es decir, variaciones en la política desde el colonialismo indirecto en Tanganyika, Rhodeisa del Norte y Uganda, al gobierno más directo del hombre blanco en el Sur de Uganda, o los intentos hechos por crear nuevas instituciones políticas para los nativos, como el sistema Bunga en el Transkei.
Encontramos que todos estos factores explican las diferencias que encontramos entre los pueblos emparentados conocidos como los bantú, y en seguida intentaré analizar el sistema de los bemba siguiendo esta orientación.

II La tribu bemba.
(a) La composición de la tribu. En la actualidad la tribu bemba habita  la Planicie de Tanganyika el norreste de Rhodesia, entre los cuatro grandes lagos - Tanganyika al norreste, Nyassa al este, y Mweru y Bangweolo al noroeste y al oeste respectivamente. Hoy en día suman alrededor de 140,000 muy dispersos sobre todo el país y una densidad promedia de 3,75 por milla cuadrada.
La tribu bemba traza su origen al área que ahora se conoce como el Congo Bélgico y sostienen que eran originalmente un ramal del gran pueblo luba que habita el distrito de Kasai. El hecho de que el primer ancestro de los bemba es conocido como Citi Muluba ("Citi el lubano") apoya esta tradición, junto con las similitudes culturales que todavía destacan entre los dos pueblos y el hecho de que palabras en luba, ya no entendidas por la gente común bemba, todavía se utilizan como parte del ritual religioso en la corte del jefe supremo. Las leyendas de inmigración son numerosas y circunstanciales. Aparentemente los primeros en llegar cruzaron el río Luluba que forma la frontera occidental de su actual territorio alrededor de mediados del siglo XVIII y se trasladaron hacia el norte hasta establecer su primer cuartel general cerca de Kasama, en la actualidad el centro administrativo del país bemba. Desde un punto de vista sociológico su historia se inicia en este periodo ya que la composición del grupo invasor sigue determinando el derecho al título de jefe, rango, sucesión a varios oficios y el orden jerárquico de un número de los clanes más antiguos.
Desde todas perspectivas los bemba son un grupo homogéneo. Forman una unidad política distinta de los bisa, lala, lundu, y otras tribus vecinas con tradiciones similares de origen y notables afinidades culturales y lingüísticas. Los emba declaran que sus antepasados encontraron el país vacío cuando llegaron y, que esto sea verdad o no, aparentemente no hubo una oposición fuerte de los posibles grupos que habitaron antes el país. La costumbres guerreras de esta tribu parecen haberse desarrollado posteriormente cuando se dispersaron sobre los ditritos alrededor, replegando a sus vecinos, como los lungu al norroeste, los bisa y los lala al oeste y al sur respectivamente, y los cewa al este. La dominación de los jefes bemba se impuso con mayor fuerza todavía con la importación de escopetas árabes en el siglo XIX. Donde no desplazaron a los habitantes del país alrededor sus jefes nombraron para la administración del distrito a miembros de la familia real o a sujetos particularmente allegados (ukulashika) y con la obligación de cobrar el tributo en alfil, grano, trabajos de herrería, sal u otros bienes. El imperio de los bemba se extendió en un momento hasta el Congo y las riberas del Lago Tanganyika, y ejercieron influencia sobre la mayor parte de lo que es en la actualidad el país de los bisa y los lala hacia el sur. Con la llegada del hombre blanco al final del siglo XIX se desmoronó su poder sobre las tribus vecinas y aunque los jefes bemba siguen gobernando comunidades bisa, como por ejemplo en los distritos Chinsala y Luwingu, se trata más de un caso de una mezcla tribal en las fronteras que de una incorporación de elementos extranjeros como ha sido el caso histórico en algunos de los estados sureños bantú. Para los fines de la presente investigación consideramos a los bemba como una tribu homogénea con una historia de ocupación permanente de su actual territorio durante unos 200 años.
Las marcas distintivas de la pertenencia a la tribu son las siguientes: (a) El nombre compartido de Babemba, todavía hoy pronunciado con cierto orgullo en frases como "fwe babemba" ("nosotros, los bemba") se utiliza para referirse de manera jactanciosa a las hazañas de la tribu, comparándola con las tribus vecinas que se mencionan a veces todavía como esclavos (bashya). (b) La lengua común (cibemba) que en la opinión nativa constituye un dialecto distinto aunque realmente no difiere mucho de las lenguas cibisa o cilale que se hablan en la cercanía. (c) La marca tribal, un corte vertical de alrededor de una pulgada en cada temple detrás de los ojos. (d) Las tradiciones históricas compartidas del pueblo - aún jóvenes hablan hoy con orgullo de la llegada de sus antepasados del país Luba, y disfrutan cntar de las venturas militares de sus ancestros y la ferocidad de sus antiguos jefes. (e) Su lealtad para con un jefe supremo de todos, el Citimukulu cuya supremacía sobre todo el territorio bemba no es cuestionada.
(b) Las unidades sociales. (1) El parentesco. Los bemba son un pueblo matrilineal que tienen costumbres de matrimonio matrilocales. La filiación se cuenta a través de la madre y un hombre es legalmente identificado con un grupo de parientes que incluye a su abuela materna y sus hermanos y hermanas, su madre y sus hermanos y hermanas, y sus propios hermanos y hermanas. Su membresía en este grupo determina su derecho a sucesión a varios oficios y su status en la comunidad, aunque sólo ocasionalmente determina su residencia debido a la ideología matrilocal. Pertenece también a un grupo de descendencia más amplio, el clan (umukoa, plural: imikoa) que se cuenta también en la línea materna. Cada umukoa se distingue por el nombre de un animal, una planta o un fenómeno natural, como por ejemplo la lluvia. Tiene una leyenda acerca de su origen que por lo regular relata cómo los ancestros del clan se separaron del linaje original, y un título honorífico o una manera de saludar. Los clanes son exógamos y un hombre no puede casarse con una llama que el llama "madre", "hermana" o "hija", y estos términos se extienden hasta los límites del grupo de personas que constituyen el clan a través de la línea materna. A través de su filiación de clan un hombre cuenta su descendencia, su rango - si pertenece al clan real - sus derecho a suceder a ciertos oficios, como por ejemplo los consejeros hereditarios, y su derecho a reclamar ayuda y hospitalidad de sus parientes.
Algunos clanes tienen un estatus más elevado que otros, según si sus ancestros hayan llegado al país como parte de los seguidores del primer Citimukulu o, alternativamente, si se han separado y establecido como un grupo de descendencia aparte más tarde. Así que el Clan Cocodrilo (Bena nandu) es el umukoa del primer jefe inmigrante y ocupa el estatus más alto (cf. "rango"), mientras que se dice acerca de varios otros, como por ejemplo el Clan Pescado, el Clan Mijo, etc., que tienen la misma antigüedad. Los consejeros hereditarios que serán tratados más adelante pertenecen a estos clanes. Todos los imikoa tienen su contrapartida en la forma de clanes opuestos que tienen obligaciones rituales recíprocas, pero parece que esta modalidad de agrupamiento social no afecta en absoluto la organización política en la actualidad[5].
Dentro del clan son reconocidos grupos de linajes más pequeños. Estos no tienen un nombre distinto, aunque los bemba frecuentemente los mencionan como "casas" (amaianda, sing.: inanda) del mismo clan. Una tal casa abarca a los descendientes directos de una ancestra específica que se identifica hacia atrás a través de cuatro generaciones, cuando mucho cinco. Dentro de estos grupos de descendencia más pequeños la sucesión a un oficio es por lo regular limitada, y el oficio de jefe tiende a hacerse hereditario dentro de tres o cuatro generaciones en este tipo de linajes[6]. La sustitución de un hombre por otro, como heredero, oficial en una ceremonia religiosa, en el cumplimiento de un contrato matrimonial (en el caso de una mujer), o en el caso de compensación por asesinato en tiempos pasados, tendía y sigue tendiendo a hacerse en el marco de la "casa" y no en el del clan, aunque los miembros del umukoa sí se sustituyen entre ellos si no está a la mano algún pariente más cercano dentro del inanda.
Cuando consideramos la influencia de los espíritus ancestrales (imipashi, singular: umupashi) sobre los vivos son los grupos de descendencia más pequeños que son importantes, en cuanto afectando el bienestar de sus descendientes en general o entrando en el vientre de las mujeres embarazadas pertenecientes al grupo de descendencia en cuestión con el fin de actuar como espíritus guardianes de los niños todavía no nacidos.
Aparte de los grupos de descendencia que vienen a determinar su status, existe un grupo de parientes con los que un bemba coopera activamente en su vida cotidiana. Estos son las gentes con quienes puede decidir vivir y que se reúnen en cualquier evento importante en su vida, como boda, nacimiento de un niño, enfermedad o muerte. Este grupo e conocido por un término distinto el ulupwa. Tiene una base bilateral, ya que abarca a parientes cercanos a ambos lados de la familia y también parientes políticos. El equilibrio entre el poder de los parientes maternos y paternos es muy igual en la sociedad bemba, a pesar del énfasis legal en el lado materno, y los lazos que unen a los miembros del ulupwa son muy fuertes[7]. Aunque es más común vivir con parientes maternos, el abuelo o el hermano de la madre, un hombre puede decidir por preferncia personal vivir con las gentes de su padre, y juegan un papel importante en todas las importante ocasiones ceremoniales en su vida. En efecto, la fuerza del ulupwa es en mi opinión uno de los rasgos que distinguen al sistema de parentesco bemba de las sociedades fuertemente patrilineales del África del Sur. De dos maneras afecta al sistema político. En primer lugar, permite una variedad mucho más grande en la composición de la comunidad, y mayores posibilidades de cambio en sus miembres; y, en segundo lugar, en el caso de los parientes del jefe encontramos que el ulupwa de un gobernante es una unidad importante en toda la maquinaria política. Los hijos de un gobernante reciben sus posiciones y su oficio igual que sus herederos, los sobrinos maternos; y los parientes de su padre y sus afines por matrimonio son favorecidos también, de manera que su control sobre el país es fuerte.
(2) Las unidades locales. La unidad local en la sociedad bemba es la comunidad (umushi, plural: imishi). En promedio contiene treinta a cincuenta chozas, y antes que nada es una unidad de parentesco. Una comunidad nace cuando un hombre de edad mediana o anciano ha adquirido un séquito de parientes lo suficientemente grande como para justificar su aplicación al jefe de permiso para establecer su propia comunidad. Por lo regular construye cerca de otros parientes pero la tierra es tan abundante que puede establecerse casi donde le plazca dentro del territorio del jefe. El núcleo de la comunidad consiste en primer lugar de los parientes del grupo matrilocal del propio subjefe, es decir sus hijas casadas con sus esposos e hijos, y probablemente miembros de su grupo de descendencia matrilineal, o sea sus hermanas y sus hijos. La poligamia es rara. Un jefe tendrá un número de esposas, alrededor de diez a quince, pero la gente común raras veces tienen más que una.
Un subjefe exitoso será capaz de atraer parientes más alejados, tanto en la línea paterna como en la materna. A su muerte le puede suceder su heredero, y una comunidad de este tipo puede seguir existiendo con cambios frecuentes en su composición durante dos, tres, o aún más generaciones. En efecto, la comunidad de los oficiales hereditarios del jefe supremo (bakabilo) permanecen en una sóla comunidad. Así que en cada distrito nace un número de comunidades nuevos gracias a los favores del jefe (ukupokelafye kuli mfumi), por lo que dependen de manera especial de su apoyo.

Entre 160 comunidades:

Nuevas comunidades
28%
Comunidades con un ocupante anterior del oficio de subjefe
16%
Comunidades con dos ocupantes anteriores del oficio de subjefe
10%
Comunidades con tres o más ocupantes anteriores del oficio de subjefe
40%
Comunidades constituidas de los sobrantes de dos comunidades viejas
6%

Su astucia para nombrar subjefes y la posición en la que coloca a sus propios parientes contribuye de manera importante al poder de un jefe.
A pesar de los principios que rigen la sucesión al oficio de subjefe la comunidad bemba es una entidad inestable desde muchos puntos de vista. Cada cuatro o cinco años cambia de lugar debido a la práctica de agricultura de roza y tumba, y hay gran probabilidad de ruptura cuando se muere un miembro importante y mengua la popularidad del subjefe. La abundancia de tierra a la disposición y las muchas posibilidades alternativas de afiliarse a un grupo de parentesco le ofrecen a un hombre amplias oportunidades de cambiar de una comunidad a otra si así le plazca, y de todos modos casi inevitablemente va a vivir en un número de comunidades durante su vida: la comunidad donde nace, la comunidad donde se establece al casarse, cualquier otra comunidad a la cual se cambie al adquirir el derecho a mudarse con su esposa y sus hijos alejándose así de sus parientes afines y, finalmente, en algunos casos, si adquiere el título de subjefe en alguna comunidad a través de la sucesión después de un tío materno. Así que, aunque los amigos y compañeros de trabajo de un hombre son los miembros de su umushi y aunque habla con algo de afecto de su comunidad natal o de las gentes de su madre (icifulo), los lazos de parentesco son mucho más fuertes que los de un grupo de residencia poco estable. Un bemba es miembro de una ulupwa y puede establecerse donde le plazca, junto con cualquier de los parientes que la compone, y es sujeto de un jefe y puede obtener permiso para vivir en cualquier parte de su territorio, pero los lazos que le une a una localidad dada no son necesariamente fuertes[8].
La comunidad de un jefe (umusumba) es mucho más grande que la de un jefe común. Los habitantes de la capital son los parientes del jefe, sus seguidores y un número de familias que se instalaron en la capital con el objetivo principal de ganarse favores del rey y se han acostumbrado a la vida en la corte[9]. Ya que la reputación de un jefe depende del tamaño de su capital, y sus consejeros, cortesanos y oficiales administrativos provienen principalmente de sus comunidades, la umusumba es una unidad importante en la maquinaria política. La comunidad del difunto Nkula tenía alrededor de 400 chozas cuando yo la visité en 1931, y la del Citimukulu tenía 150 en 1938. Evidentemente las capitales eran más grandes en los años antes de la llegada de los europeos. Estas comunidades eran divididas en secciones (ifitente, sing.: icitente) y aunque hoy en día hay nueve en la comunidad del jefe supremo, antes había entre treinta y cuarenta de acuerdo a cuentos nativos.
Todo el territorio bemba es dividido en distritos (ifyalo, singular: icalo). El icalo es una unidad geográfica con una frontera fija y un nombre de origen de tiempos históricos: el distrito del Citimukulu es conocido como Lubemba, y el de Mwamba como Ituna. Estos distritos son territorios originalmente asignados a miembros de la familia real, pero una vez divididos de esta manera nunca han sido subdivididos para crear jefaturas más pequeñas de una nueva generación de príncipes como ha sucedido en algunas partes del África del Sur.
Pero el icalo es también una unidad política. Es el distrito gobernado por un jefe con un título definido - el nombre del primer gobernante nombrado de cada tira de tierra específica, siempre un pariente cercano de uno de los anteriores Citimukulus. Hay varios tipos de jefes, el supremo que tiene su propio icalo, al mismo tiempo que es el señor supremo de todo el territorio bemba; los jefes territoriales, sumando cinco o más, y debajo de ellos los subjefes que pueden gobernar en partes muy pequeñas del territorio o, más bien, sobre unas pocas comunidades[10].
Cada uno de estos jefes es conocido por el mismo título mfumu y cada icala es una unidad más o menos autosuficiente, una réplica de la estructura del otro. Cada capital tiene su propia corte, por pequeña que sea. Cada jefe tiene derecho sobre la labor de sus propias comunidades. Trabajan exclusivamente para él y no para el jefe supremo como es el caso entre los zulu, los swazi y otras tribus con un sistema regimental. En cada capital se encuentran las reliquias sagradas () de los primeros poseedores del título de jefe, y se cree que sus espíritus ancestrales actúan como deidades tutelares del distrito; son ........ en el umusumba, en santuarios comunitarios y en viejas chozas por todo el país, y en general se piensa que actúan como espíritus guardianes que protegen a los niños nacidos dentro del icalo[11]. La organización ritual y política de la capital del jefe supremo es más elaborada que la de sus súbditos, pero aún el subjefe más humilde mantiene una versión en miniatur de la corte e intenta copiar el estado de sus superiores, mientras que los jefes territoriales más importantes a veces llegaron a poderse comparar con el poder del Cikumukulu de los viejos tiempos.
Los oficios de jefe territorial son organizados en orden de precedencia, según su distancia del centro de país - Lubemba - y la antigüedad de su oficio. El Citimukulu nombró a sus parientes más cercanos a las más importante de estas jefaturas: el oficio de Mwamba, el de Nkula, el de Nkolemfumu, el de Mpepo, por ejemplo. De esta manera el actual Citimukulu, Kanyanta, se ha desempeñado sucesivamente como Nkolemfumu y Mwamba antes de llegar a ocupar el oficio de jefe supremo (véase la carta genealógica). Por otro lado, el oficio de subjefe ha tendido a concentrarse en las ramas locales de la familia real, y el férreo control que tiene el jefe supremo sobre el país y su íntimo conocimiento de los asuntos en las cortes de los demás jefes es ciertamente más débil en estos distritos periféricos que en las jefaturas gobernadas por sus parientes cercanos.
Para el hombre común, la membresía de un icalo implica su lealtad al jefe de todo el territorio. Se caracteriza a sí mismo como habitante de un distrito, como por ejemplo Icinga: mwine Icinga, o alternativamente como sujeto de su jefe Nkula: mwine Nkula, ambos términos sinónimos. Puede mudarse de una comunidad a otra dentro del icalo, pero sigue siendo hombre del jefe, quien, en su turno, calcula sus posesiones no en términos de su tamaño o de sus recursos naturales, sino más bien por el número de sus súbditos y en particular de las comunidades bajo su control.
(3) El rango. El rango es un rasgo notable en la sociedad bemba, y se basa en una relación de parentesco, real o ficticia, con el jefe. Todos los miembros del clan real de cocodrilo (bena nandu) son merecedores de un respeto especial, precedencia en ocasiones rituales y sociales, y a veces pueden exigir los servicios de otras gentes. Los potenciales herederos de un jefe dentro de su propia rama de la familia - es decir, sus hermanos, sus sobrinos maternos, o sus nietos maternos - son tratados con particular deferencia. Las primeras dos categorías son catalogadas como jefes y se les dirige con el título de mfumu, mientras que los últimos, de un status solamente un poco inferior, son referidos por un nombre especial beshikulu ba mfumu ("nietos de los jefes") y tienen sus propios rituales y prerrogativas.
Las mujeres del linaje real, las madres, las hermanas, las sobrinas maternas y las nietas de los jefes son llamadas banamfumu y son tratadas con más o menos la misma deferencia que los hombres de su familia. La madre del jefe supremo es sumamente respetada y sucede a un título de rigor - la Candamukulu - participa en los consejos tribales y tiene un número de comunidades en su propio derecho. Las hermanas de los jefes son personas privilegiadas, protegidas y apoyadas por sus hermanos reales y por lo regular reciben el gobierno de una o varias comunidades. En cuestiones de moral sexual están por arriba de la ley y a una princesa se le permite tener tantos amantes como quiera, suponiendo que produzca muchos hijos como potenciales herederos del trono.
No solamente los miembros de la familia real, sino también las personas que pertenecen solamente al ulupwa del jefe, pueden reclamar un rango elevado, es decir, sus parientes paternos y sus propios hijos. Algunos padres de jefes eran unos don nadies y pronto fueron olvidados, pero otros han sido grandes hombres, celebrados por sus hijos cuando estos les sucedieron en el trono. Los hijos del jefe, aunque no son miembros de su clan y, en consecuencia, no herederos, son merecedores también de privilegios especiales y los bana bamfumu (hijos del jefe) forman una clase propia. Son educados en la corte donde en muchos aspectos reciben un trato más favorable que los herederos mismos y pueden exigir oficios como subjefes y aún jefes[12]. Aún los medios hermanos de los jefes, con otros padres (bakaulu) tienen el derecho a recibir un trato especial en la corte.
A esta ya numerosa clase de personas reales hay que agregar los decendientes de jefes difuntos. En términos generales cualquier persona que se puede presentar como sobrino materno, nieto o hijo de un jefe es sucedido por un hombre que sigue ostentando el mismo rango gracias al sistema de ukupyanika descrito en la página .... Recibe el título de jefe o hijo de jefe. Los descendientes de las princesas reales reciben el mismo honor, así como los de las esposas de un jefe y aún los consortes de una princesa. Como se vé, la lista de los que tienen rango real es muy larga. Cualquier que pueda invocar una relación cualquiera con un jefe, vivo o difunto, lo hace, aunque los privilegios relacionados con el rango por lo regular son solamente el honor y los posibles favores del jefe, más que ventaja material. Cualquier fuera del clan real, o ulupwa, es umupabi, o sea una "persona ordinaria", y antes existía por debajo de estos una clase de esclavos - hombres y mujeres capturados en batalla o convertido en esclavos de su propio pueblo por algún crimen. Estos individuos se conocían como bashya. El término se utiliza ahora como una epíteto peyorativo, especialmente para extranjeros - frecuentemente se supone que hayan sido esclavizados anteriormente por los bemba. La esclavitud como tal ya no existe.
(4) Otros principios de organización social. La edad no constituye un principio de agrupamiento social entre los bemba. La precedencia se calcula en base a la antigüedad, como en la mayor parte de las sociedades bantú, y existen diferentes términos para designar los varios estados en la vida, como lactante, infante, niño, adolescente, joven soltero, casado, anciano, etc. Pero no existen regimientos basados en la edad, tal como es el caso en el sur y partes del este de África, y las ceremonias de iniciación de muchachos que frecuentemente se encuentran asociadas a estas instituciones son inexistentes en este grupo de los bantúes centrales.
No hay agrupaciones ocupacionales, con la excepción de ciertas comunidades especializadas en la pesca sobre las riberas de los ríos grandes y, en tiempos pasados, especialistas en la caza de animales grandes. Las sociedades secretas, como la ubutwa, que son comunes entre las tribus vecinas a lo largo de la frontera con el Congo, aparentemente no han sido introducidas entre los bemba.
Para concluir, la sociedad bemba es todavía hoy una sociedad muy poco diferenciada en todos respectos. La tribu es una extensión de un grupo de linajes que ocupa su actual territorio desde hace 200-300 años y se ha mantenido más o menos homogénea. La estructura de parentesco original se percibe todavía hoy. Todos los grupos sociales a los cuales pertenece un hombre se basan en la última instancia en el parentesco - que sea su comunidad de residencia o su grupo de afiliación, y no hay otras formas de asociación, tales como grupos de edad, que entrecruzan el agrupamiento original por afiliación. El rango consiste en la membresía del clan de los primeros inmigrantes que llegaron al país.
(c) El trasfondo económico. Los bemba son un pueblo de agricultores como la mayor parte del grupo central de bantúes, al cual pertenecen. No tienen ganado, pues el mosquito de malaria lo prohibe en la mayor parte del país, pero de todos modos no parecen poseer una tradición de pastoreo, no obstante las anteriores tradiciones que hayan existido. De esta manera no tienen un medio para el almacenamiento de la riqueza como es el caso entre los bantúes del sur. Sus contratos matrimoniales son cumplidos por medio de servicios y no por la transmisión de ganado. En tiempos pasados parece que la gloria militar y la exacción de tributo de pueblos conquistados hayan sido las principales ambiciones de los jefes bemba, y su riqueza consistía en el número de sus seguidores y la cantidad de servicios que podían exigir. Este hecho influenció profundamente su posición en la actualidad.
El suelo de la mayor parte del distrito es pobre y no ha atraído ninguna inmigración europea. El cultivo de base es finger millet (eleusine corecana), mientras que se cultiva una cantidad de maíz kafir, un poco de maíz, legumbres y calabazas. Se practica una agricultura primitiva de roza y tumba mientras que el sistema político es afectado por la abundancia de tierra y la ausencia de cualquier tipo de recursos naturales localizados que podrían persuadir a los habitantes a establecer en una región más que en otras. Como ha sido mostrado, reducen los lazos locales en comparación con alianzas políticas o de parentesco, y explican el hecho de que la capacidad de distribuir tierra no constituye una prerrogativa importante de los gobernantes, a diferencia de la mayoría de las tribus bantúes del sur.
La caza y la pesca contribuyen solamente una pequeña parte de la alimentación. No existe un sistema organizado de mercados y bajo condiciones modenas no se encuentra en esta región cultivo comercial alguno. Junto con la ausencia de oportunidades locales de empleo eso obliga a la población adulta masculina a buscar trabajo fuera del área tribal, con consecuentes efectos sobre el sistema político de la tribu.
(d) La administración europea. El tipo de administración europea que ha sido introducido en esta área se encuentra descrito en las páginas 112-120.

III Las bases de la autoridad.
Las posiciones de liderazgo en la sociedad bemba abarcan los siguientes oficios: (a) los gobernantes territoriales (jefes y subjefes), (b) Los oficiales administrativos y consejeros; (c) sacerdotes, guardianes de los templos y especialistas mágicos con funciones económicas; (d) líderes militares, anteriormente. La sucesión a todos estos oficios se basa en la descendencia en casi todos los casos. Como vimos, el acceso al oficio de jefe se limitaba a los miembros de un sólo clan; el acceso a algunos de los oficios de consejero (es decir, el bakabilo) es restringido a los miembros de unos pocos de los clanes más viejos; y el oficio de subjefe tiende a volverse hereditario, aunque se tiene que ganr a través de la disposición favorable de los jefes. Son hereditarios todos los oficios sacerdotales, sin excepción, como es natural donde se practica un culto a los ancestros de este tipo. Los especialistas mágico-religiosos, particularmente los encargados de aldeas de pesca, por lo regular adquieren sus póderes por vía hereditaria, y lo mismo es el caso de algunos de los doctores y adivinos (nyanga). En cada caso los poderes supernaturales, en esta área casi invariablemente correlacionados con la autoridad política, se adquiere a través de un ritual de suma complejidad; en el caso de un jefe este ritual es conocido como ukupyanika. Por lo anterior es esencial estudiar el dogma de la filiación a través de la cual se piensa que estos poderes son transferidos de una generación a la siguiente, y las reglas legales de sucesión que rigen la transmisión de status y oficio de una persona a otra.
(a) El dogma de la filiación. Con el dogma de filiación quiero decir, en primer lugar, aquellas teorías de procreación[13] que expresan las creencias de un pueblo acerca de la contribución física del padre y de la madre a la formación de un niño, y en consecuencia la concepción tradicional de la continuidad fisica entre una generación y la siguiente; y en segundo lugar, sus creencias acerca de la influencia de las influencias que ejercen los miembros difuntos de cada grupo social sobre sus miembros vivos, de allí la identificación social[14] de un hombre con sus difuntos ancestros.
Entre los bemba se cree que un niño está hecho de la sangre de la mujer que se puede transmitir a sus niños masculinos y femeninos. Un hombre puede poseer esta sangre en sus venas pero no la puede transmitir a sus hijos que pertenecen a otro clan. La paternidad fisiológica es reconocida. Se les describe frecuentemente a los niños como asemejándose a su padre, y se espera que se les muestre afecto y respeto aunque no tienen obligación alguna para con ellos bajo el sistema matrilineal. Dicen que "aceptamos los regalos de nuestros padres porque nos procrearon". Pero es la continuidad física en la línea de ancestros de la madre que constituye la base de su identificación legal con su grupo de afiliación[15]. Una princesa real podía, en tiempos pasados, procrear a un heredero con un esclavo sin bajar el prestigio del niño en cuestión. La relación entre hermano y hermana, que es legal y ritualmente muy estrecha, se fundamenta en el hecho de que ambos nacieron del mismo vientre, y en el caso de la familia real parece tener la misma fuerza cuando son hijos de diferentes padres. Estas teorías de procreación explican no solamente la filiación matrilineal de los bemba, sino también el rango que se les otorga a las princesas reales como madres de los jefes, así como el oficio de subjefe y otras posiciones de autoridad que se les otorga.
El dogma bemba acerca de la influencia de los muertos sobre los vivos es también de extrema importancia como base de la autoridad política. Se cree que el espíritu del difunto (umupashi, imipashi en el plural) sobrevive como una sustancia de guardián asociada con la tierra o la aldea que el difunto habitaba durante su vida, y como un protector espiritual de los diferentes individuos nacidos como miembros del mismo grupo de linaje que llevan el mismo nombre. Los imipashi de los difuntos jefes se convierten en deidades tutelares del país que gobernaban, responsables de su fertilidad y del bienestar de sus habitantes. Los sucesores en el oficio de jefe se les puede acercar en diferentes puntos sagrados en el territorio y en los sagrados adoratorios de reliquias (babenye) en su propia aldea. Se dice que un jefe tiene poder porque "tiene gran imipashi", por lo que se describe como el umwine calo, el dueño de la tierra, y es importante darse cuenta de que en cada caso el imipashi más importante y los reliquias más sagradas son los que pertenecen a los primeros jefes que se establecieron en el país, o los primeros que ocuparon un oficio de jefe.
Este dogma bemba, del poder de los muertos sobre los habitantes vivos de un distrito o sobre los miembros de un grupo de descendencia, es muy similar al patrón bantú en general. Pero me parece que la creencia de los bemba en la identificación social entre el difunto y su sucesor nombrado es particularmente completa. Es la base de la creencia acerca de la influencia supernatural ejercida por el jefe en su propia persona a diferencia de su acercamiento personal a los espíritus en sus plegarias. Cuando muere un hombre o una mujer su personalidad social tiene que ser perpetuada inmediatamente a través de un sucesor que se somete a un ritual especial (ukupuanika), así adquiriendo su nombre, los símbolos de sucesión (un arco en el caso de un hombre, una faja en el caso de una mujer), y el umupashi del difunto. Mediante esta identificación social un hombre asume la posición de otro en el grupo de parentesco, utiliza los mismos términos de parentesco y, si se trata de un jefe, es casi imposible decidir si un hombre está relatando eventos que tomaron lugar en su propia vida o en el la de un ancestro ya muerto desde hace dos o tres generaciones. Esta perpetuación social de los difuntos es considerada tan importante que inmediatamente después de una muerte, antes de que el sucesor haya sido definitivamente nombrado, se le escoge a un muchacho o una muchacha, por lo regular un nieto maternal para llevar temporalmente el nombre del difunto (ukunwa menshi, "tomar el agua"). Se le da una pequeña parte de la propiedad del difunto y se le llama entonces "abuelo" o "abuela", o cuál sea el correcto término de parentesco.
De la misma manera un jefe, una vez que haya adquirido el nombre, el espíritu y las reliquias sagradas de su antecesor, posee una influencia mágica sobre la capacidad productiva de todo su territorio. Su enfermedad o muerte, su satisfacción o descontento, sus bendiciones o maldiciones, pueden afectar el bienestar del pueblo, y aún su vida sexual se refleja en el estado de la comunidad[16]. La violación de un tabú sexual por parte de un jefe podría causar calamidad a un pueblo entero, y los rituales a través de los cuales es purificado después de contacto sexual constituyen uno de los elementos más importantes en las ceremonias político-religiosas y requieren la participación de treinta o cuarenta oficiales hereditarios (bakabilo) en el caso de un jefe supremo. Al contrario, relaciones sexuales legítimas, especialmente como prescritas en ciertas ocasiones rituales, pueden tener un efecto benéfico y conducente a la salud. Todo subjefe posee cierto grado de influencia supernatural en su propia aldea en cuanto poseedor del umupashi de su antecesor, pero un jefe posee mucho más. Por todas estas razones las precauciones rituales contribuyen a cuidar y proteger la sagrada persona de un jefe. Tabúes especiales se tienen que observar para mantener la pureza ritual del fuego sagrado del gobernante, su comida sagrada, y para proteger su persona y la de las reliquias sagradas de contagio de enfermedad, muerte o contaminación sexual[17].
El ritual a través del cual un futuro ocupante de un oficio de jefe es convertido de un hombre común a un gobernante con poderes casi divinos tiene mucha importancia política. A los sacerdotes les confiere autoridad - en este caso oficiales hereditarios (bakabilo) que ejecutan los rituales - y les da considerables poderes para contrarrestar los del jefe mismo. El ritual completo a través del cual el umupashi de un difunto gobernante es liberado para proteger el país que gobernaba y se instala el nuevo gobernante es demasiado complejo como para ser descrito aquí. En resumen consiste en la desecación del cuerpo durante un periodo de un año, desde la cosecha de maíz cafir a la siguiente cosecha; su entierro en una arboleda especial (en tiempos pasados con sacrificios humanos); y la construcción de un adoratorio en el sitio de la capital abandonada. Para instalar al nuevo jefe el bakabilo debe presidir en la consagración de una nueva esposa principal, hacer los necesarios arreglos para la purificación sexual de la pareja real y el inicio de un nuevo fuego sagrado[18]. Tienen que entregarle al heredero su herencia (babenye) que han guardado durante el interregnum, fundar una nueva aldea y volver a construir las chozas sagradas donde se tienen que guardar las reliquias. Una ceremonia de este tipo puede durar entre dieciocho meses y dos años y requiere la participación de todo el bakabilo y los sepultureros hereditarios (bafingo) en el caso de un jefe supremo; en el caso de los jefes territoriales la ceremonia dura menos y participan un número mucho menor de sacerdotes. Yo creo que el secreto y el temor que permea estas ceremonias es uno de los medios a través de los cuales se mantiene el respeto del pueblo por sus jefes.
(b) Las reglas legales de descendencia y sucesión. Sobre este trasfondo de creencias acerca de la continuidad entre una generación y la siguiente son definidas de manera exacta y mediante una regla legal la descendencia y la sucesión. La descendencia en la familia real se rastrea hacia atrás hasta el tiempo de la primero ocupación del país, y se tiene memoria de entre veinticinco y treinta Citimukulus. En el caso de un jefe territorial la línea de ancestros no es tan larga y acerca de la mayoría de ellos se dice que "han nacido en el país". la mayor parte de los nombres respetados son de hombres, pero algunos son de mujeres, y parece que la primera ancestra que habitara una nueva jefatura, o una mujer que fuera la madre de un gran número de hijos fuertes y así fuera capaz de fundar una nueva rama, podría exigir que se le respetara de esta manera[19]. Pero la mayor parte de los templos son eregidos en honor de los hombres que poseyeron los títulos.
Los oficiales hereditarios (bakabilo) también rastrean por lo regular su descendencia a la llegada original y cuentan una historia que fundamenta su derecho a ocupar los oficios rituales que hoy ocupan, es decir el bafingo que ahora se encarga del entierro del jefe, pretenden ser los descendientes de aquellos que enterraron a los primeros Citimukulus durante el éxodo. Esta manera de calcular la descendencia hacia una época definitiva en la historia que se recuerda muy claramente sirve para mantener el mito de la absoluta continuidad de las líneas de jefes. En la actualidad el Citimukulu desciende de un tal Cileshye que usurpó el trono de su ocupante, Cincinta, hace solamente cuatro generaciones. Y sin embargo, esta línea de usurpadores puede rastrear su descendencia al primer Citumukulu. Los primeros ancestros son recordados con mucha precisión y sus reliquias sagradas son guardados. La resultante vaguedad en la historia parece carecer de importancia.
En la mayoría de los tipos de sucesión, que se trate del nombre y el espíritu de un difunto o de su oficio, por lo regular hay dos o tres potenciales herederos, y aunque existen ciertas reglas de prioridad prácticamente nunca hay solamente un hijo que a través de su origen y su educación es reconocido como el heredero a un oficio de jefe, a diferencia del caso en las tribus de África del Sur donde el hijo mayor de la principal esposa forzosamente hereda. A un jefe bemba, u hombre común, le suceden sus hermanos en orden de edad, luego los hijos de sus hermanas y, en caso de que no haya, sus nietos maternales. Surgen dificultades cuando existe la alternativa entre un hermano clasificatorio mayor, no un descendiente directo pero posiblemente el hijo de la hermana de la madre o un hermano aún más distante, y un joven, un sobrino maternal que es el hijo de la hermana de la misma difunta con la que tiene, como ya vimos, lazos muy estrechos. Aquí los principios de la primogenitura entra en conflicto con el de la propinquiedad de parentesco, en el caso de una rama de una familia que haya existido durante tres o cuatro generaciones, y es probable que en estos casos será nombrado el heredero más cercano a menos que sea manifiestamente inapropiado, en cual caso será nombrado un hermano o un sobrino maternal más distante. Nunca he encontrado un caso donde se haya nombrado a un tutor de un joven, como sucede en aquellas tribus bantú donde se sabe quién es el heredero al trono desde el momento que nazca.
La situación es más complicada en el caso de sucesión a un oficio de jefe, pues con la costumbre de heredar un importante oficio de jefe territorial tras otro se ha venido desarrollando la tradición de que el propietario del oficio de mwamba debería siempre seguir ocupando el oficio de citimukulu, no importa la prioridad que dicte el parentesco. Esta demanda fue presentada en la última disputa sobre la sucesión (1925) y por lo regular es apoyada por los oficiales del gobierno que por razones naturales prefieren un sistema de sucesión bien definido a la discusión de los derechos respectivos de candidatos rivales que aparentemente fue el procedimiento antes. También se está haciendo cada día más evidente una tendencia a que ciertos de estos importantes oficios de jefe se limitan a subramas de la principal línea real, a diferencia de los oficios de subjefe que casi siempre se otorgan a los descendientes de las ramas locales del clan cocodrilo (es decir, el oficio de mwamba). Este constante crecimiento y separación de sublíneas o casas del clan real aparentemente ha sido constante en el pasado. El diagrama de la actual rama central de los bena nyandu mostraría eso con toda la deseable claridad. se ve que el primero y el segundo Citimukulu en estas líneas eran hermanos y que les sucedía otro par de hermanos - Citimukulu III y IV, los hijos de la hermana mayor del primer gobernante, Candamukulu. El oficio pasó luego a la línea de una hermana menor, Bwalya Cabala, según la tradición el sobrino maternal mayor de Citimukulu III y IV, en aquel momento investido con el título de mwamba, por un número de razones se negó a ocupar el título. Entonces el título pasó a otro par de hermanos en sucesión, Citimukulu VI y VII, los hijos de una hija menor de Candamukulu, Nakasafye. De allí proviene el muy sonado conflicto al cual nos referimos hace poco, entre Kanyanta, ahora Citimukulu, y el nieto de la hermana de su abuela maternal, Bwalya Cangala, en aquel momento ocupando el título de Nkula y catalogado como el hermano clasificatorio de Kanyanta. Bwalya pretendía ser el sobrino maternal del difunto jefe Ponde, y Kanyanta postulaba que provenía de una línea mayor y que ahora se había establecido que los mwamba siempre sucedieron a los Citimukulu. El gobierno apoyaba al segundo de los pretendientes, pero parece que la diferencia entre los derechos legales de los dos rivales, y no se puso en movimiento la muy compleja maquinaria destinada a resolver este tipo de cuestiones.
El diagrama muestra también claramente de qué manera ciertos oficios de jefe han tendido a fincarse de igual manera en diferentes líneas de parentesco de los principales ramales del benya nandu aún durante las últimas cuatro generaciones, por ejemplo el jefe mwamba, el jefe nkolemfumu, el jefe mpepo en la línea de los jefes mukukamfumu y, en la línea de los jefes nakasafya, los oficios de jefe nkula, cikwanda y cewe. La separación entre estas dos ramas se ampliará probablemente con el tiempo. En el caso de los oficios de subjefes en la periferia esta separación de las líneas de parentesco locales desde el clan real ha llegado aún más lejos. Para concluir, existen reglas definidas para la sucesión de acuerdo a la genealogía bemba pero la sucesión matrilineal por lo regular produce dos o tres posibles herederos y en el caso de los oficios de jefe más importantes hay un número de diferentes factores, como el control que el jefe supremo ejerce sobre los ifyalo más importantes, el orden tradicional de sucesión a los varios oficios, el sentimiento local en el caso del oficio de un subjefe y, finalmente pero no de menor peso, las cualidades personales de los candidatos mismos.

IV Las funciones y prerrogativas del oficio de jefe.
Las funciones de los líderes territoriales, es decir los jefes y los subjefes, parece derivarse de dos fuentes - la posición del subjefe como líder de un grupo de parentesco y su papel como representante de una línea de difuntos ancestros en un distrito dado. En el caso del subjefe es imposible distinguir estos dos aspectos, mientras que en el caso del jefe predomina el último.
(a) El subjefe. Los subjefes bemba son caracterizados como cuidando a su pueblo, manteniéndolos o, en efecto, "pastoreándolos" (ukuteka bantu). Como pariente mayor de la mayoría de los miembros de la comunidad un subjefe es responsable de la diciplina de los jóvenes y las jóvenes; el escucha informalmente los conflictos y dirige algunas de las actividades económicas. Pocas son las actividades que son ejecutadas colectivamente por toda la comunidad, excepto la caza y la pesca, pero aparte de organizar estas actividades un buen subjefe inicia los procesos agrícolas, y alienta y critica a los jóvenes. No hay muchos conflictos sobre la tierra en esta región y el subjefe no asigna solares individuales, pero en caso de conflicto escucha los casos. Se dice que "alimenta a su pueblo", y en realidad lo hace cuando sea necesario aparte de brindar hospitalidad a los extranjeros.
El subjefe de la comunidad actúa en calidad de líder ritual. En tiempos antiguos puso un santuario para sus propios antepasados y otro para los jefes difuntos de la tierra. Así se hace todavía en regiones apartadas del país y creo que en la mayor parte de los lugares se reza a estas deidades tutelares, que tengan santuarios o no. El subjefe, igual que el jefe, ejerce influencia sobre la vida en la comunidad a través de su propia persona. El tiene que "calentar la maleza" (ukukafye mpanga) por medio de un acto de cópula ritual con su esposa antes de que se puedan ocupar las chozas de una nueva comunidad, y bendice las semillas para la siembra, las hachas para la tala y la primera fruta. Su fogón simboliza la vida de la comunidad como un todo y se tiene que prender ritualmente cuando lo exija la ocasión. El preside en los ritos divinatorios especiales relacionados con las actividades en la comunidad, tales como la fundación de una nueva comunidad o la muerte de uno de sus miembros, y el bendice a los recien nacidos y los enfermos.
En la jerarquía política el subjefe ocupa un lugar bien definido. Ningún bemba puede cultivar un terreno si no es miembro de la comunidad, y el subjefe es responsable de surtir el tributo y la labor que la comunidad como un todo tiene que pagar a algún jefe. Acompaña a los miembros de la comunidad a la corte cuando tengan que presentar algún caso y frecuentemente habla en su nombre. El transmite las órdenes del jefe y hoy en día las del gobierno. Sus prerrogativas son pocas. Como líder de un grupo de parentesco puede exigir los servicios personales de sus parientes menores y debería poder demandar un día de trabajo de sus gentes en el primer día de tala de árboles y de siembra. Siempre recibe su tributo en cerveza o en carne. Pero, aparte de estos pocos privilegios económicos, lo que más valora un subjefe bemba es probablemente su posición de autoridad, su pequeño séquito y los favores de su jefe.
Las sanciones que apuntalan su autoridad hoy en día estriban principalmente en su popularidad, junto con la fuerza de su sentimiento de parentesco y la creencia de los bemba que es peligrosa dejar morir ofendido a un pariente mayor. Antes sus poderes supernaturales eran una fuente de poder, pero hoy solamente muy poco así, y hay que admitir que las fuerzas que mantienen la cohesión de una comunidad no son muy sólidas. Es el temor permanente de un subjefe que sus gentes vayan desvaneciedo.
(b) El jefe. Las funciones de los diferentes tipos de jefe difieren solamente en grado. Se dice que todos tienen que cuidar a su pueblo, "trabajar la tierra" y, hablando de sus poderes supernaturales, "escupir bendiciones sobre la tierra" (ukufunga mate). Sus deberes políticos consisten en la administración de sus capitales y también de sus territorios en su totalidad. Un gran umusumba significa mucho ir y venir, suficientes trabajadores para empresas conjuntas, un gran pánel de consejeros para casos en la corte, muchos mensajeros para mantener el contacto con las comunidades alrededor - en pocas palabras, la posibilidad de mantener la maquinaria tribal en movimiento. Para mantener y aún aumentar tal comunidad con su popularidad y su reputación por generosidad es una de las tareas políticas importantes del jefe. También tiene que mantener el contacto con gentes muy dispersas a través de su icalo y nombrar nuevos subjefes, fusionar viejas comunidades y tomar decisiones en lo referente a la selección de herederos a viejos títulos. En gran medida depende la integración de su pueblo coo unidad política de su éxito en estos últimos deberes.
En cuanto autoridad judicial el jefe preside en su corte con los seleccionados consejeros de la comunidad, y anteriormente solamente el podía tratar las acusaciones de brujería y, en el caso de los jefes territoriales más importantes, aplicar al acusado la prueba de veneno (mwafi). En la esfera económica inicia las actividades agriculturales ejecutando antes las ceremonias acostumbradas; cultiva grandes jardines con la ayuda de la labor tributaria de la cual es capaz de llenar amplios graneros y así encontrar medios para alimentar a su séquito; controla directamente ciertas empresas de pesca y de caza, y critica y dirige el trabajo en los jardines de los miembros de su comunidad[20].
Los deberes rituales de un jefe consisten en la observancia de los tabúes para la protección de su propia persona y la seguridad de las reliquias a su cargo, y la ejecución de varios ritos en nombre de su icalo - en el caso del jefe supremo en nombre de toda la tribu. Estos incluyen ritos económicos, la tala de árboles, la siembra, las ceremonias de la primera fruta, los ritos ejecutados en casos de calamidades nacionalesy antiguamente los necesarios para asegurar el éxito en la guerra. Anteriormente tenía la obligación de proteger el pueblo contra las brujas y emplear a un doctor especial en su corte para destruir con fuego los cuerpos de los que habían sido encontrados culpables de esta ofensa.
Antiguamente el jefe organizaba expediciones militares, aunque no necesariamente participaba activamente en la lucha. Como decía un jefe: "si fueramos matados todo el icalo caería aparte". El gobernante tenía ciertos capitanes militares en su séquito, podía movilizar a los hombres para luchar, dirigir desde lo lejos a sus operaciones, y preparar la ejecución de la mágica de guerra para la victoria antes de la batalla y para la purificación de las manchas de sangre después.
Las prerrogativas del jefe consisten en su derecho a la labor tributaria de su pueblo, que tenían la obligación de hacer unos días de trabajo de tributo cada año y responder en el caso de repentinas demandas de ayuda cuando sucedieran; también el derecho a tributo en especie, pagado por lo regular en la forma de un regalo anual de cerveza y/o granos, y partes de los animales matados en la caza[21]. Es gracias a su tributo que pude pagar a sus consejeros, sirvientes, trabajadores - y, anteriormente, a sus soldados. Antes mantenía el derecho a ciertos monopolios, tales como el alfil, la sal de los grandes depósitos en Mpika, y escopetas y telas compradas a los árabes. Recibió a los esclavos y el botín capturados por el ejército, y por varias ofensas hacía esclavizar a algunas de sus propias gentes. Aparte de estas prerrogativas económicas era merecedor de una deferencia enorme, casi abyecta, y tenía la satisfacción de ver crecer su séquito, incrementar su autoridad y que se reconociera su poder sobre la vida y la muerte de sus súbditos.
Las sanciones que apuntalaban la autoridad de un jefe son numerosas, y antes eran todavía mayores. Ya ha sido descrita la más importante de estas: la creencia del pueblo en la descendencia de sus gobernantes de una larga línea de antecesores y los poderes supernaturales que se pensaba que habían sido transmitidos por esta vía. Aparte de eso, una reputación por generosidad y un sistema en el cual la promoción era posible solamente a través de favores reales tenía el efecto de crear lazos muy estrechos entre él y su pueblo. Un jefe practicaría mutilaciones salvajes en los que lo ofendían, dañaban sus intereses, se burlaban de el o de sus parientes, o le robaron sus mujeres. Algunas de esta gentes mutiladas sobreviven en la país bemba hoy. El control del ejército y el aprovisionamiento de armas estaba en las manos del jefe y no hay duda de que la grandeza del bena nandu se basaba en gran medida en el miedo. Las gentes explican que la familia real fue nombrada por el cocodrilo porque "son como cocodrilos que agarran a la gente común y las despedaza con sus dientes".

V La maquinaria de gobierno.
Dentro de cada distrito hay una serie de oficiales, mensajeros, etc., que llevan a cabo las actividades de gobierno y las diferentes formas de ritual de la cuales depende el poder del jefe. Algunos de ellos son seguidores personales del jefe que han sido promovidos por el gracias a su firma lealtad (es decir bafilolo, basano), mientras que otros son oficiales hereditarios que actúan más independientemente de los favores de su gobernante (es decir bafilolo y bafingo). Todos estos diferentes dignitarios se pueden clasificar bajo ciertos rubros funcionales:
(a) Administrativos. En esta categoría se incluyen los oficiales ejecutivos encargados de los asuntos en el umusumba y los reposables de la ejecución de las órdenes del jefe en el icala en general. Dentro de la capital los más importantes son los jefes de división (bafilolo), que son nombrados de entre los amigos personales del jefe. Estos son encargados del mantenimiento de la paz en la comunidad, organizan el trabajo tributario desde la capital, asignan tierra para el cultivo, lo que es frecuentemente necesario en las poblaciones más grandes, les proporcionan hospedaje a los visitantes - una tarea importante en la capital - y se desempeñan en la calidad de pánel de consejeros en todas ocasiones (véase más adelante judicial). Aparte de estos hombres viejos habían en la umusumba un número de miembros de la corte y anteriormente jóvenes (bakalume ba mfumu). Jóvenes, con frecuencia miembros del clan real, fueron mandados a la corte para ser educados allá, lo que todavía sucede, y aparentemente algunas familias permanecen como miembros de la corte durante varias generaciones. Todas estas gentes actúan como mensajeros, sirvientes, y anteriormente también se desempeñaban como verdugos.
El problema general en el país era el mantenimiento del contacto entre las aldeas dispersas. Los bemba no tienen una asamblea general como el pitso de los pueblos sotho o la libandla de los nguni. Son los mensajeros que tienen que llevar las órdenes del jefe a sus comunidades. Otros oficiales son necesarios para reclutar a los trabajadores de tributo y exigir para el jefe cerveza o productos, y para arrestar criminales. Ya que algunas de las comunidades se encuentran a sesenta millas de distancia de la capital se gasta muchísimo tiempo en el ir y venir de esta manera, y aún con la introducción de la bicicleta se requiere todavía un gran número de mensajeros de diferentes tipos. En tiempos pasados miembros de la corte y parientes menores del jefe se encargaron de estas tareas. Ahora tienen entre cuatro y doce mensajeros uniformados, kapasus, y por lo demás dispensan de este servicio.
(b) Militares. En esta tribu no existía una organización militar general, pero cada corte tenía uno o dos capitanes agregados (bashika). Algunos de estos oficios eran hereditarios, con funciones rituales relacionadas con la magia de guerra, otros fueron nombrados a discreción del jefe. Ahora cumplen la función de mensajeros de confianza.
(c) Judiciales. La corte bemba no tiene una composiscsión definida, aunque la costumbre dicta su funcionamiento. En la corte de los jefes menores atienden los ancianos de la comunidad, mientras que los bafilolo actúan como consejeros en las imisumba grandes. Los casos se pueden apelar del subjefe al jefe, y si se presenta un caso extremadamente difícil el Citimukulu puede llamar algunos de los sacerdotes o consejeros hereditarios (los bakabilo, véase adelante) de sus comunidades. Cada parte interesada en el caso puede llevar sus testigos, y los bafilolo se encarga de ellos. Los ancianos presentes marcan cada acierto hecho en la corte con palmadas, y el jefe al final resume el caso y dicta la sentencia. Los consejeros intervienen cuando se les pregunta acerca de un problema de precedente o de ley e influencian la decisión final del jefe con miradas sombrías o aplaudiendo entusiasmadamente.
(d) Consejeros. No existe un consejo o una asamblea de todos los hombres adultos de la tribu en ocasiones especiales, como entre los bantú del sur. Los subjefes tienen para aconsejarse un pánel de los ancianos de la comunidad y parientes, mientras que los jefes territoriales más grandes tienen oficiales hereditarios que combinan sus funciones políticas y judiciales con rituales. En el caso del jefe supremo, estos oficiales - los bakabilo - suman entre 35 y 40 y forman un consejo que le asesora en asuntos especiales de estado. Los bakabilo se caracterizan por tener una genealogía tan larga como el jefe mismo en muchos casos y tener a su cargo personal reliquias sagradas. el pode de estas reliquias es tan fuerte que no se le permite al jefe pasar por sus comunidades por miedo de que la fuerza mágica de un jefe dañe a otro. Los bakabilo son exentos de tributo, vestían antes un penache y aún hoy exigen especial respeto comparable al que recibe el jefe cuando viaja por el país. Se llaman a sí mismos fwe babemba (nosotros, los bemba), no se les permite salir del territorio central (Lubemba) por largos periodos de tiempo, son enterrados dentrod el distrito real y obedecen a sies tabús igual que el jefe. A su acceso al oficio se celebra una ceremonia especial y también a su entierro se ejecutan rituales diferentes de los normales. Son divididos en grupos de acuerdo al orden de llegada de sus antepasados al país, y cada uno ocupa un oficio especial basado en los privilegios de sus antepasados originales: el cuidado del tambor real, el derecho a permanecer sentado en presencia del jefe, o la tarea de llamarlo en la mañana dando palmadas fuera de su puerta.
Las principales obligaciones de los bakabilo son, en los ojos de los nativos, rituales, como ya ha sido descrito. Son los responsables de las ceremonias en los santuarios de las reliquias sagradas y toman posesión del babenye cuando muere el jefe. Son los únicos que pueden purificar al jefe de la contaminación de relaciones sexuales y así permitirle entrar a su santuario de reliquias y ejecutar los ritos necesarios allá. Tienen pleno control de las ceremonias de ascenso al trono del jefe supremo, y algunos de ellos son denominados bafingo, o sea los sepultureros hereditarios del jefe. Aparte de eso, cada mukabilo individual tiene su propia obligación y privilegio menor, así como encender el gogón sagrado, afilando la hoja de la hoz destinada a cavar los fundamentos de la nueva capital.
Aparte de sus obligaciones sacerdotales, los bakabilo actuaban como regentes en el caso de muerte o ausencia del jefe, y cualquier cuestión tocando la sucesión u otros asuntos de importancia tribal es llevado ante los bakabilo, y todas las grandes ceremonias que precencié causaron discusiones de este tipo. El procedimiento es complejo, pero es un método efectivo de deliberación. El jefe supremo manda a dos mensajeros especiales hereditarios, bakabilo también, para presentar el caso ante el consejo. Hablan los miembros de mayor antigüedad y si se presenta una complicación refieren el caso al principal sacerdote del país, el Cimba, sentado aparte con su propio séquito y decide en asuntos de precedente tribal y reformula las decisiones a llevar al jefe. Algunas de las discusiones son llevadas en cibemba arcáico.
La importancia de los bakabilo estriba en su control sobre el poder del soberano. Son oficiales hereditarios y no pueden ser depuestos a discreción del jefe. Según la tradición dos o tres bakabilo han sido expulsados del país en tiempos pasados por conducta altanera, y en 1934 el Cimba fue depuesto de su oficio, pero solamente después de que la tribu había aguantado su megalomanía durante muchos años. De otras maneras la ira del jefe no puede alcanzar al bakabilo y los consejeros ejercen una influencia saludable sobre el rechazando ejecutar las funciones rituales que son indispensables para el estado del jefe[22].
Otros oficiales asesores son los parientes cercanos del jefe. Ellos no participan en las discusiones relacionadas con la sucesión al oficio de jefe, pero reciben constantemente información acareca de la marcha de los diferentes asuntos. La madre del jefe supremo y el Makassa (el hijo mayor del jefe) juegan un papel importante en este asunto. Antes los miembros más ancianos de la familia real parecen en ocasiones haber intervenido cuando un jefe se portaba de una manera demasiado escandalosa, por ejemplo en el caso de un subjefe Fyanifani que sufrió un ataque de sed de sangre. La historia nos cuenta que fue removido de su oficio.
En pocas palabras, el sistema de gobierno bemba no es democrático en nuestro sentido de la palabra. Los miembros ancianos que no pertenezcan a la aristocracia tienen menos oportunidades y derechos a opinar sobre problemas tribales que es el caso entre los zulu, swazi o aún algunos de los pueblos sotho. Los asuntos del icalo se encuentran en las manos de un cuerpo de consejeros hereditarios cuyos oficios son secretos, igual que la mayor parte de sus decisiones. Lo que me impresionó, sin embargo, fue la sensibilidad para con los asuntos tribales que mostraron estos bakabilo, y eran sumamente capaces de discutir y astutamente adaptar algún viejo precedente tribal a las condiciones modernas. Su fuerza en el contexto del gobierno tribal de hoy es su esprit de corps y su sentido de responsabilidad; su debilidad, que su función es, en la opinión del pueblo y del gobierno, principalmente ritual.



VI La integración de la tribu.
La integración de la tribu depende principalmente del sentimiento de cohesión tribal y de lealtad para con el soberano, y los medios por los cuales las actividades y los diferentes distritos son sometidos bajo un sólo control en este grupo sumamente disperso. Los dogmas del parentesco prueban una vez y otra ser la base del sentimiento tribal y de la lealtad ofrecida a los jefes supremo y territoriales. En otras tribus bantú existe alguna organización que se extiende por toda la tribu, como el sistema de regimientos de los nguni y que aparentemente actúa como una fuerza integradora. Hay también formas de ceremonias públicas en las que todos los hombres adultos de la tribu se reúnen, o todas las clases guerreras. Las ceremonias de la primera fruta de los swazi o los zulu en tiempos anteriores son ejemplos. Las grandes asambleas tribales de la mayor parte de los pueblos de África, se dice que todos y cada uno participaban y en realidad deben de haber sido asambleas muy grandes, deben de haber actuado como ocasiones en las que se fomentaba la lealtad a la tribu. Como ya se ha mostrado, entre los bemba gran parte del ritual tribal es secreta, y el consejo de asesores es compuesto de lo que se puede llamar una casta aristócrata. Si los bakabilo se reúnen sentados en el pasto bajo el cielo abierto en la capital, como lo ví, utilizan deliberadamente una lengua arcáica para que la gente común no los entienda. No es una ocasión para lucir oratoria elegante o el arte de la demagogia. Por otro lado, antes se les consideraba a los jefes bemba casi divinos y la creencia en sus poderes supernaturales sigue siendo lo suficientemente fuerte como para asegurar la integración de la tribu. El carácter sagrado de las ceremonias se debe en gran medida al hecho de que son secretos y que solamente personas de la descendencia correcta pueden participar en el ritual. Aparte de algunos habitantes de la capital, la gente común y corriente no participan en las ceremonias, pero aprecian su carácter secreto y hablan despectivamente de los bisa y las tribus vecinas con ritos menos complejos. Los bakabilo, dispersos por el icalo del jefe y cada uno con sus propias funciones rituales, a veces sin que las conozcan sus vecinos, aumenta también la fuerza de todo el sistema ritual. Cada uno insiste en que su parte es absolutamente esencial para el bienestar de la tribu y su propia comunidad es convencido de eso también. Otro factor integrador es la creencia en la descendencia real y la presencia en la sociedad de un número tan grande de hombres y mujeres que invocan el rango de jefe. Ellos se encuentran regados por todo el país, por lo regular a cargo de las comunidades, y por razones naturales apoyan a los jefes de los que derivan su poder.
En lo que se refiere a las actividades de los diferentes ifyalo, hemos visto que son unidades autosuficientes y no existe una tradición de reuniones regulares de los líderes de icalo. Ellos se encuentran articulados a través de la autoridad del jefe supremo, que actúa como juez en su corte de apelación,  y los lazos entre los varios estados minúsculos se debe a la estrecha relación de parentesco de sus respectivos jefes. Los mensajeros se mueven constantemente de una corte a la otra para averiguar asuntos de parentesco, los hijos de un jefe son mandados a ser educados en la capital de otro, los jefes mismos asumen oficio primero en un icalo y luego en otro, y ni siquiera el Citimukulu toma decisiones importantes sin antes consultar a sus hermanos, los grandes jefes territoriales.
Pero, una vez más, el ritual es una de las grandes fuerzas integradoras. El Citimukulu puede iniciar una serie de sacrificios (ululepo lukalamba), que empiezan en sus casas de reliquias y radian a todos los templos del país. Los bakabilo son mandados de Lubemba para enterrar a cualquier de los más importantes jefes territoriales que muera en su ifyalo e instalar al nuevo heredero. Los gobernantes rezan por lluvia en las raras ocasiones que sea necesario, en nombre de la tribu entera. Así que para fines rituales, a pesar de los pleitos y celos entre las diferentes líneas de la familia real, se puede decir que todo el país bemba actúa concertadamente y que es conciente de su unidad. Si el jefe supremo convirtiera al Cristianismo antes de que las instituciones políticas se hayan adaptado considerablemente, es mi opinión que la cohesión tribal se debilitaría mucho, temporal o permanentemente.

VII. Cambios post-europeos.
El inicio del gobierno británico en el Norte de Rhodesia cambió inmediatamente la posición del jefe bemba y su maquinaria política, y lo sigue cambiando cada vez en más aspectos. Algunos de estos cambios se deben a la introducción de nuevas autoridades en el área  que sean oficiales gubernamentales, misioneros u otros europeos - que han sustituido a los antiguos oficiales bemba, comparten la esfera de autoridad con estos o han introducido una concepción completamente nueva de las funciones del gobierno mismo. Otros cambios parecen ser el resultado del cambio de las condiciones económicas, sobre todo la introducción del uso de dinero, la institución de trabajo asalariado y la oferta de oportunidades para ganar dinero en empresas industriales fuera del territorio. Tales factores, sobre los cuales la administración colonial frecuentemente tiene poco control directo, han inevitablemente afectado la posición del jefe bemba. Han alterado la concepción que tiene el pueblo de la autoridad, han destruido completamente la base de trabajo de la cual dependía el poder del jefe y la antigua correlación entre la autoridad política, los privilegios económicos y la fuerza militar.
Los efectos totales de la dominación europea sobre la organización política bemba no han llegado a su curso completo, pero estará bien señalar algunos de los cambios que ha producido la introducción de una nueva maquinaria de gobierno, es decir la alteración en el equilibrio entre el viejo sistema tribal y el resultante debilitamiento de las relaciones personales entre sujeto y jefe de las cuales dependía toda la estructura de autoridad. La manera más sencilla de hacer eso será describir la situación como estaba cuando los europeos empezaron a hacerse dueños de la administración del país, y luego comparar esta situación con la situación producida por la introducción de un sistema modificado de gobierno indirecto ("indirect rule") en 1929.
(a) Las nuevas autoridades introducidas. En 1900 el noreste de Rhodesia fue colocado bajo el control de la Compañía Británica del África del Sur (British South Africa Company) por una orden de consejo después de que sus oficiales hubieran establecido puestos en o cerca del país bemba en Kasama, el centro administrativo de la provincia norteña de la Rhodesia del Norte en la actualidad, en 1899 y en Mirongo, cerca de lo que es en la actualidad Chinsali, en 1896. Esta administración continuaba hasta 1924, cuando asumió control el Ministerio de Colonias (The Colonial Office). La fuerza superior de la nueva administración debe de haber sido inmediatamente visible a los bemba, que antes de la llegada de los europeos habían sido considerados como una tribu feroz y guerrera. Los oficiales de la British South Africa Company tenían mejores armas. Inmediatamente intervinieron en el caso de disputa sobre la sucesión al oficio de mwamba, entonces vacante, y nombraron a su propio candidato en lugar del tío maternal que intentaba ocupar el título por la fuerza. Una por una pasaron las funciones de los antiguos jefes a las nuevas autoridades. Fueron introducidas nuevas cortes y, aunque algunos elementos de la ley consuetudinaria fueron administradas por los oficiales europeos, aquí como en otros lugares costumbres consideradas "repugnantes a la justicia y la moral natural" fueron prohibidas; esta categoría de "costumbres repugnantes", sin embargo, era tan enorme[23] que los indígenas deben de haber percibido el cambio como la introducción de un código enteramente nuevo. Se crearon también algunas ofensas totalmente nuevas, por ejemplo la ofensa de matar elefantes y un número de otras categorías de animales, la construcción de trampas para cazar animales, y el uso de las antiguas fundidores de hierro. También fueron cambiados los castigos por las ofensas legales. En lugar de la mutilación de las manos por los jefes, esclavización y compensación pagada a la parte ofendida se impusieron nuevos castigos como encarcelamiento, azote, multas pagadas al gobierno colonial y la pena capital. Surgieron nuevas exigencias y obligaciones, como una impuesta sobre las chozas ("hut tax") de tres chelines y seis peniques, cambiado posteriormente por el impuesto individual ("poll tax") que ahora asciende a siete chelines y seis peniques, y el reclutamiento de los indígenas para el transporte de mercancías, la construcción de caminos, etc. La administración de la British South Africa Company reconoció a los jefes y en 1916 definió más exactamente su autoridad[24], pero su papel era por lo general como oficiales ejecutivos, habiendo sido eliminados la mayor parte de su autoridad y sus privilegios, tales como la posesión de esclavos y armas, el derecho a mutilación, el derecho a administrar el oráculo de veneno, y la recolección de marfil.
Las sanciones de poder de la nueva administración eran en los ojos de los nativos, pienso, su fuerza militar y el hecho de que había vencido el antes todopoderoso jefe bemba; posteriormente, como se adquirieron nuevos valores económicos, su riqueza aparentemente interminable[25]. Pero hablando con indígenas de avanzada edad se nota con qué facilidad el patrón de temor y lealtad personal acordado a los antiguos jefes ha sido transferido con muy pequeñas modificaciones a las nuevas autoridades. Se usan los mismos términos para ambos: existe la misma presuposición de que el impuesto, las leyes de caza y aún el trabajo asalariado de los indígenas son exigencias que hacen el gobierno con el objetivo de exaltarse, como fue el caso del tributo pagado a los jefes en tiempos pasados[26]. Rige la misma creencia en la omnipotencia de los gobernantes y la misma expectativa de retaliaciones repentinas y arbitrarias, aun cuando están involucrados oficiales notoriamente amables y comprensivos. No es una exageración decir que cada puesto de gobierno es en efecto una umusumba indígena. Cada uno tiene su oficial de distrito, una autoridad muy similar a un jefe con su séquito y a la cual un comportamiento sumisa y una lealtad absoluta puede significar una promoción de los propios intereses, y quien es considerada con una mezcla de miedo y lealtad. Cada puesto tiene su cuerpo de mensajeros y policías y emplea sus propios trabajadores.
Las misiones en el país tienen también que verse como nuevas autoridades establecidas en la tribu. Los Padres Blancos entraron al país inmediatamente antes de la administración de la British South Africa Company y establecieron su primer puesto cerca de Kasama, en el corazón del país bemba. Todavía dominan este distrito central, aunque la Misión de la Igleisa de Escocia y la Sociedad Misionera de Londres operan también en otras regiones. Cada diferente estación misionera se puede considerar como un umusumba. Muchas de ellas son grandes instalaciones con catedrales enormes e impresionantes. Poseen y cultivan tierras, atraen a una congregación, en sus tierras tienen aldeas que son consideradas como "pueblos de la misión", igual que la bena musumba es considerada los seguidores personales de un jefe. Cada sociedad misionera ha introducido lo que en los ojos de los indígenas es un nuevo código de leyes, a menudo diferente de las del gobierno y las de los jefes; así, por ejemplo, la mayoría de las misiones prohiben la poligamia, algunas prohiben el divorcio, otras el consumo de cerveza, el baile o las ceremonias religiosas de diferentes tipos. En los ojos de los indígenas existen ciertas reglas bien conocidas que comprometen a los miembros cristianos de la comunidad y que a veces hasta los llevan a entrar en conflicto con las demás autoridades de la sociedad, el oficial de distrito y el jefe, y ha surgido una nueva categoría de ofensa, conocida como fya busenshi ("cosas paganas") o fya kale ("cosas del pasado") que se creen son fuertemente condenables[27].
Aparte de sus propias comunidades, las sociedades misioneras ejercen también autoridad sobre feligreses dispersos por casi todas las comunidades en el territorio, y su control sobre estos sujetos distantes puede ser en algunos casos tan fuerte como el de los jefes anteriormente. En las misiones católicas, por lo menos, cada bebé nacido de padres cristianos es registrado y convocado en el momento adecuado para educación, no importa donde viva. Cada comunidad recibe constantemente las visitas de profesores y catequistas nativos ambulantes, así como de los misioneros europeos mismos.
Las sanciones que apuntalan la autoridad de los misioneros son muchas. Por el lado positivo, su enseñanza y su modo de vida inspira una nueva lealtad y una nueva posibilidad de avanzar, y su propia personalidad frecuentemente inspira admiración, afección y fidelidad personal. Por el lado negativo está la introducción de una nueva sanción supernatural por lo menos tan poderosa como la que sustentaba la autoridad del jefe[28], y la amenaza de retirar a los miembros cristianos de una comunidad cuyo jefe o cuyos miembros prominentes violan la ley cristiana. En muchas aldeas de afiliación católica romana eso funciona como una poderosa medida disuasiva, ya que la separación de asentamientos enteros puede ser la consecuencia inevitable en tales circunstancias.
No hay otras cuerpos organizados de europeos en esta área - ningún grupo grande y organizado de granjeros o colonos, por ejemplo, y sin embargo podemos decir que los europeos se encuentran en una posición de autoridad. Todos tienen a su alcance la sanción de la riqueza y el poder de emplear a un séquito. Todos tienen el alto estatus que les permite dirigirse a un jefe como su igual o, más frecuentemente, como su inferior, y los indígenas piensan, correcta o erróneamente, que recibirán el apoyo de los oficiales coloniales, no importante cuan injusto sea el asunto.
Al lado de estas nuevas autoridades que han sido introducidas en la arena política, el poder del jefe bemba es inevitablemente reducido debido a su situación económica que debe de haberse deteriorado constantemente desde los primeros días de la ocupación europea. En comparación con un número de otros potentados africanos los gobernantes bemba nunca se destacaron por su riqueza: su país es pobre. No son dueños de ganado que se puede convertir en riqueza bajo las condiciones modernas, y el alfil de su país ya no les pertenece, como tampoco los derechos mineros. La tierra todavía no tiene un valor comercial, y los salarios que los jefes reciben han siempre sido modestos en comparación con lo que recibe el jefe supremos de los barotse, por ejemplo[29]. Aparte de eso, el servicio del cual dependían los jefes bemba ha sido reducido a menos de la mitad debido al éxodo de los hombres a las minas, y los que se quedan a menudo no contribuyen de buenas ganas. Aparentemente estos jefes nunca habían cobrado multas de la corte de manera regular, según la costumbre de los bantú del complejo de ganado, y todavía no se les ha ocurrido cobrarles un impuesto a los hombres que trabajan en las minas, como sucede en algunas partes de África del Sur.
Teniendo a la vista estos hechos se puede uno preguntar cómo el poder del bena nandu sobrevivió hasta 1929, cuando se hizo un esfuerzo determinado para restaurarlo. Parcialmente debido a su estructura de parentesco apretada pero también, pienso, gracias a la fuerza de las creencias supernaturales en las cuales se apoyaba en gran medida su autoridad. Estas creencias fueron ciertamente debilitadas con la introducción de la fe cristiana y la prohibición y el desaliento hacia muchos rituales tribales, pero no es posible verlas como meros elementos supervivientes hoy, y aún los jóvenes son afectados por estas creencias. Por las mismas razones las cortes de los jefes continuaban funcionando al lado de las del comisionado de distrito, a pesar de que aquellas no han sido formalmente reconocidas durante unos treinta años. Los indígenas llevaron ante las cortes de los jefes casos que pensaban que no iban a entender los magistrados europeos, por ejemplo asuntos rituales, casos que tenían sus raíces en la historia pasada y ciertas acciones civiles. Así que permanecían todavía algunas funciones que las gentes pensaban que el jefe bemba podía desempeñar mejor que todas las nuevas autoridades europeas en el territorio, aparte de la gran tradición histórica que estaba detrás de su autoridad.
Los efectos de las Ordenanzas de 1929. Una variedad de gobierno indirecto ("indirect rule") fue introducida con las Ordenanzas de Autoridad y Juzgado Indígenas de 1929, mientras que una posterior Ordenanza de 1936 extendería todavía más este poder de las autoridades y lo definiría con mayor precisión. A través de estas medidas los jefes, y en algunos casos consejos de jefes, fueron constituidos como autoridades indígenas. Recibieron jurisdicción sobre un determinado territorio y se les exhortaba a expedir órdenes en materias de higiena, la quema de matorral, la relocación de los indígenas, la constitución de aldeas, etc. También fueron reconocidas las cortes indígenas que recibieron jurisdicción en todos casos menos los que implicaban brujería, asesinato, disputas involucrando a europeos, etc. Los jefes recibieron un salario, en las condiciones actuales modesto y completamente insuficiente para cubrir las necesidades de un administrador hoy[30] y, sin embargo, en la opinión de los indígenas que no son acostumbrados a ver grandes sumas de dinero constituyó una sólida prueba de la disposición positiva del gobierno, y como tal fue frecuentemente descrito. Los indígenas no recibieron control sobre las finanzas hasta recientemente (1936), cuando fueron establecidas tesorerías indígenas[31].
Hasta donde yo podía juzgar[32], esta nueva política contribuyó mucho a la restauración del prestigio de los jefes. Hasta cierto punto el evidente apoyo del gobierno compensaba la pérdida de autoridad que se había basado en el ritual. La mayoría de los bemba se dan cuenta claramente de que sus jefes siguen siendo meros sirvientes de la administración y también se dan cuenta de que no los pueden encarcelar o impartir justicia en los casos más importantes y que sus fallas por lo regular son revertidas en una apelación. Pero a menudo me hicieron comentarios acerca de lo que en sus ojos eran señales evidentes de favores que sus jefes habían recibido de parte del gobierno. Como ya vimos, la maquinaria judicial de los bemba nunca realmente desapareció con la introducción de cortes europeas, pero el reconocimiento legal de las cortes de los jefes a través de la Ordenanza de 1929 ciertamente aumentó tremendamente su prestigio. Posteriores informes gubernamentales han descrito las nuevas cortes indígenas como funcionando bien, y solamente se han recibido pocas quejas contra los jefes por multas excesivas o ....... Las quejas que me llegaron provinieron principalmente de indígenas educados de otras áreas que por primera vez se encontraron como sujetos a la ley bemba. Los oficiales de distrito hicieron esfuerzos determinados en el campo legislativo para restaurar la confianza en sí mismo de las autoridades indígenas y alentarlas no solamente a resumir funciones gubernamentales perdidas sino también a asumir nuevas tareas, así como la expedición de órdenes en materias de higiena, etc. En efecto se puede decir que el apoyo que recibieron de parte del gobierno produjo una paulatina mejora del status de los jefes bemba que se vino a agregar a un miedo y un respeto tradicional que nunca habían totalmente perdido. En muchos aspectos su poder es sorprendente, tomando en cuenta que son pobres, carecen de medios para implementar cualquier decisión tomada, y que en su territorio se encuentran otras autoridades ..... y, en particular que muchos de sus súbditos ahora son cristianos y obedecen a códigos que no tienen validez en las cortes de los jefes[33].
Aparte de la posición del jefe mismo es necesario discutir el sistema político como un todo. ¿Hasta qué grado fue restablecida la antigua maquinaria gubernamental con la introducción de las Ordenanzas de 1929? Y, todavía más importante, ¿hasta qué grado responde la nueva maquinaria a las nuevas necesidades de la tribu? La respuesta a la primera pregunta es definitivamente "No". Todo el equilibrio de autoridad ha sido alterado, parcialmente por la cambiada situación económica del jefe y parcialmente por la falta de reconocimiento gubernamental. Vimos anteriormente que los oficiales judiciales y ejecutivos de los cuales dependía el jefe se sostuvieron por la esperanza de recompensa y comida y en algunos casos debido a sus funciones religiosas. Hoy el jefe ya no es capaz de alimentar a sus consejeros gracias a la reducción de la importancia del sistema de labor tributaria. Ya no se considera obligado a distribuir dinero como antes comida, y de todos modos no le alcanza su dinero para remunerar adecuadamente a sus gentes. Así que en la misma medida que crecen sus nuevas tareas administrativas se reduce el número de seguidores. He visto al Citimukulu escuchar casos sólo con su escribano asalariado, y he visto al bakabilo hacerse invisible en medio de una discusión de asuntos importantes por falta de comida. Todo eso produce una situación insostenible que tal véz se puede mejorar con el mayor control financiero que el gobierno les ha recientemente otorgado a las autoridades indígenas[34], aunque las sumas que se les asignan a las tesorerías indígenas son insignificativas. La falta de fondos siempre les ha impedido a los jefes la remuneración de sus colaboradores, por la eliminación de la labor tributaria y otros cambios que se han efectuado en Nigeria, Barotseland y en otras partes.
El reconocimiento de la organización política de la tribu por parte del gobierno y su deliberada adaptación a las condiciones modernas sigue siendo esencial en la actualidad. Aparte de la quiebra económica de las cortes de los jefes muchos problemas se deben al hecho de que no se hizo ningún estudio serio de la maquinaria judicial y ejecutiva del gobierno y tampoco de los mecanismos de consejo. Los jefes fueron constituidos como autoridades con pocos conocimientos de cómo se deberían implementar sus órdenes. Fueron catalogados como "miembros de la corte" pero, aunque los jefes eran elegibles para participar en cortes de este tipo, su participación no era siempre obligatoria. No fueron reconocidas las importantes funciones de consejales del bakabilo como un potencial consejo de gobierno hasta que se iniciaran investigaciones antropológicas en el área. El desafortunado resultado fue que el jefe se sentía en libertad para actuar sin esta limitación de su poder, una libertad que plenamente apreciaba, lo que me expresó libremente. Pero los consejeros se sentían desalentados y declararon que "el gobierno quiere a los jefes y no nos escucha a nosotros, los babemba". De manera que el sistema político que nunca era democrático ahora limita menos que nunca la autoridad del jefe.
La dificultad desde un punto de vista administrativo es evidente. Aquí tenemos un sistema de autoridad política principalmente basado en privilegios rituales hereditarios. Hacer a un lado el consejo de los bakabilo significa eliminar un cuerpo de hombres con una sólida tradición de gobierno y un fuerte sentido del bien público. Apoyarse en ellos sin al mismo tiempo capacitarlos para sus nuevas funciones, agregándoles nuevos elementos, especialmente para los miembros educados de la tribu, significa construir sobre un fundamento que puede durar, y negarle al hombre común la experiencia administrativa que necesitará en el futuro. De igual manera, la coordinación de las actividades de cada una de las unidades más pequeñas conocidas como ifyalo se basa por el momento en la íntima relación entre los jefes de cada una y los rituales que las une. No existe una representación oficial de cada distrito en el Consejo Supremo, ya que todos los bakabilo provienen de su propio territorio, por mucho que cada uno se sienta responsable de los asuntos de toda la tribu. Prohibiciones rituales siguen haciendo imposibles reuniones frecuentes de los grandes jefes territoriales mismos, aunque ocasionalmente se reúnen en ndabas gubernamentales fuera de su propia capital. Así que parece que se tendría que constituir un consejo tribal general del tipo del Consejo nacional de los basuto o del libandla de los swazi en esta tribu si fuera necesario promover una cooperación más estrecha de los diferentes distritos o representación local.




[1] Traducción de Leif Korsbaek.
[2] Schapera utiliza este término para describir un grupo dominante que ha conquistado otros pueblos, frecuentemente de origen extranjero, y luego se ha amalgamado con ellos (véase p. 57).
[3] Cf. la jerarquía de los clanes ganda: la precedencia observada al probar la primera fruta según la antigüedad de los clanes entre los pueblos sotho, y el respeto con el cual son tratados todavía a los clanes zulu y swazi que se han separado de la familia real original cuando se hizo necesario contraer nupcias entre los miembros de una casa.
[4] Compare las diferencias en tamaño y homogeneidad entre las tribus que son normalmente de un sólo origen con un sólo jefe supremo (swazi, bemba); los aglomerados de pequeñas tribus autónomas con rasgos culturales similares pero sin un jefe supremo (los pueblos de los pantanos del norreste de Rhodesia o las tribus de la tierra baja del norte de Transwaal); o la amalgamación de un número de diferentes grupos étnicos en un sólo imperio a través de conquista o absorbción (el antiguo imperio Luba en Congo, o el de los zulu bajo Shaka o los basotho bajo Moshesh).
[5] Véase Audrey Richards: "Reciprocal Clan Relationships among the Bemba of North-Eastern Rhodesia", Man, diciembre de 1937.
[6] El difunto Nkula, Bwalya Cangala, reclamaba en una disputa sobre la sucesión que sus parientes cercanos, los hijos de su abuela, Nakasafye, deben de ser ahora considerados como una casa aparte, distintos de los hijos y nietos de su hermana, Mukukamfumu II (cf. el diagrama en la p. .....).
[7] Véase Audrey Richards: "Motherright in Central Africa", en Essays presented to C. G. Seligman (1934).
[8] Véase Audrey Richards: "Land Labor and Diet in Northern Rhodesia" (1939), cap. VII.
[9] La frase "umwino musumba" se utiliza para indicar a un "hombre del jefe" o una persona de modales particularmente exquisitos y conocimiento del gran mundo.
[10] Mwamba tiene como subjefe a Munkonge, y el Nkula tiene a Shimwalule, Mwaba, Mukuikile, Nkweto, etc.
[11] De allí la gran preponderancia de uno o dos nombres de pila en cada distrito.
[12] Unos pocos oficios de jefe son definitivamente heredados por "hijos de jefes" y no de "jefes", por ejemplo el oficio de makassa, el de lucembe o el de munkonge.
[13] Este término fue introducido por Malinowski quien mostró de qué manera las reglas de filiación matrilineal entre los trobriandeses son apuntaladas por las creencias de que el padre no hace ninguna contribución física al nacimiento de un niño. Material similar de la región de los ashanti publicado por Rattray muestra cómo la creencia en una doble contribución de sangre de la madre y espíritu del padre se correlaciona con un énfasis bilateral en la filiación.
[14] Para utilizar esta expresión que Radcliffe-Brown ha usado de una manera muy estimulante.
[15] Las tribus patrilineales en la frontera de Nyasaland consideran la teoría de los bemba acerca de la procreación totalmente ridícula. De esta manera expresó un ngoni su desprecio: "Si yo tengo una bolsa y la llena con dinero, el dinero me pertenece a mí y no a la bolsa. Pero los bemba dicen que el hombre mete semen en una mujer, y sin embargo el no le pertenece a élla y no a él.
[16] Hay rumores de que los jefes fueron estrangulados por sus consejeros hereditarios cuando estaban fatalmente enfermos, por medio de que llevaran consigo el país a la tumba. Esta información me fue proporcionada por el Sr. T. Fox-Pitt, después salido del país, y fue posteriormente corroborada por el Sr. Godfrey Wilson. Es probable que los jefes bemba caerían bajo la categoría de reyes divinos de Frazer.
[17] Véase Audrey Richards: "Land, Labor and Diet in Northern Rhodesia (1939), cap. XVII.
[18] De allí la importancia de la esposa principal del jefe (umukola ua calo) en la vida política de la tribu y la creencia de que su comportamiento afecta el bienestar del país.
[19] Se dice que Bwalya Cabala, la primera ancestra, había sido traída del país Luba por sus hermanos cuando ellos habían ocupado lo que es hoy el país de los bemba; o la Nakasafya, la abuela del actual Nkula, acerca de quien se dice que inició un nuevo linaje; era evidentemente una mujer de carácter muy firme, aparte de ser madre de muchos hijos.
[20] Véase Audrey Richards: "Land, Labor and Diet in Northern Rhodesia" (1939), cap. XIII, donde se encuentra una relación completa de los poderes económicos del jefe.
[21] Todas estas obligaciones son más difíciles de hacer valer hoy en día (véase la p. ....).
[22] En 1934 encontré al jefe supremo viviendo en unas chozas de paja. No podía fundar su nueva capital porque los bakabilo, indignados por su comportamiento, habían rechazado ejecutar a ceremonia de fundación de la nueva comunidad.
[23] Por ejemplo, acusaciones de brujería, asesinato para fines rituales, el uso de oráculos para determinar la culpabilidad, etc.
[24] Véase "Report of the Commision appointed to inquire into the Financial and Economic Position of Northern Rhodesia" (1938), p. 138.
[25] Indígenas ancianos me parecían prestar más atención a la ferocidad de los oficiales coloniales (ubukali), mientras que los jóvenes se fijan más en la riqueza del gobierno.
[26] Es muy común que la gente grande, cuando hablan de sus hijos que han sido reclutados o han ido voluntariamente a trabajar en las minas, dicen que "han sido cogidos por el gobierno" y, cuando hablan de sus posibilidades de vender la cosecha, dicen que "el gobierno agarra su comida".
[27] Eso es evidentemente una injusticia contra el misionero moderno que es frecuentemente uno de los primeros a intentar alentar el interés y el respeto por la costumbre indígena.
[28] El miedo a las llamas del infierno o, en el caso de los indígenas más viejos y menos educados, el miedo a maldiciones que creen que han sido pronunciadas por los misioneros, basándose en enunciados como "Dios te castigará si te comportas así" - tal miedo es casi inevitable en un área donde se cree que los jefes poseían la capacidad de convertir sus maldiciones en realidad.
[29] El jefe barotse recibe un subsidio anual de 1,700 libras, más 850 libras de la British South Africa Company y 1,500 libras de los aserraderos Zambesi, en comparación con las sesenta libras que recibe el jefe supremo bemba al año.
[30] Citimukulu recibe 60 libras al año, Mwamba 50 libras, los demás jefes proporcionalmente menos. Para detalles que muestran lo insuficiente de estas sumas, véase Audrey Richards: "Tribal Government in Transition", Journal of African Society, Vol. XXXIV, 1935.
[31] La tesorería bemba tenía en 1938 un balance de 143 libras sobre un presupuesto total de 1,303 libras que se tenía que dividir entre seis distritos (véase el citado Report).
[32] Yo llegué al país el año después de la introducción de estas medidas.
[33] Algunas de las sociedades misioneras han seguido la política gubernamental y han invitado a los jefes a integrarse en los comités educativos en las escuelas, etc.; otras han visto cualquier incremento en la autoridad de los jefes como un paso hacia atrás.
[34] Veinticinco de los bakabilo reciben ahora cada uno una libra al año (Véase el citado Report, p. 144).

No hay comentarios:

Publicar un comentario