miércoles, 9 de marzo de 2011

Sesión II Los filósofos escoceses (texto en proceso de redacción y corrección NO citar)

LOS FILÓSOFOS ESCOCESES Y EL NACIMIENTO DE UNA CIENCIA
SOCIAL Y POLÍTICA, TAL VEZ UNA ANTROPOLOGÍA

Leif Korsbaek

1 Introducción
Escocia, colocada al norte de Inglaterra, ocupa un curioso lugar en la historia de lo que hoy se llama “El Reino Unido”, siendo al mismo tiempo parte de Inglaterra y un país aparte, con una muy complicada relación de amor-odio con Inglaterra.
Por un lado, el papel de Escocia es, en el contexto del Reino Unido, un poco como la situación en la España de antaño: una muy importante parte de los pensadores españoles realmente no eran españoles, sino catalanes. De la misma manera, una muy importante parte de los pensadores ingleses en realidad no eran ingleses, sino escoceses, particularmente en el periodo de la Ilustración, es decir la segunda mitad del siglo XVIII. Por otro lado, su papel es también un poco como el de Albania en el contexto de la Península Balcánica: un país de pastores en las orillas de una región de mayor nivel de desarrollo socio-económico, lo que viene a producir un capitalismo muy particular, con rasgos de sociedad dual.
Cuando hablamos de la Ilustración, casi siempre pensamos en los pensadores ilustrados en Francia: Diderot, Voltaire, Rousseau, D’Alembert y, en particular si discutimos el inicio de la antropología, teniendo en mente las primeras palabras del mamotreto de Marvin Harris: “La antropología nació como la teoría de la historia” . Pero existía también una ilustración alemana – “die Aufklärung” – representada brillantemente por Imanuel Kant, igual que en otras partes del mundo, como por ejemplo Dinamarca, Holanda y Rusia, entre otros. Y en el espacio cultural de Inglaterra hubo también una ilustración – “the Enlightenment” – antes que nada en Escocia.
El año 1968 es emblemático en muchos sentidos, y así también en la antropología: por extraños caminos empezaron los antropólogos exactamente alrededor de 1968 a estudiar el pasado de su propia disciplina y discutir la identidad de la antropología. Antes de aquel año un interés por la trayectoria de la disciplina y el gremio a través del tiempo se había manifestado solamente de manera esporádica .
Pero alrededor de 1968 nació una auténtica búsqueda de las raíces de la profesión y un estudio intensivo del proceso histórico que había sido el nacimiento y el desarrollo de la disciplina, búsqueda y estudio que produjeron de repente algo que podemos llamar la nueva historiografía de la antropología. Donde los estudiantes de antropología antes habían tenido que armar su propia versión de la historia de la antropología, pegando pedazos sueltos de información pescados para acá y para allá, de repente se les presentó un amplio abanico de la historia de su disciplina vista de muy diferentes ángulos.
El ejemplar más conspicuo de esta nueva historiografía de la antropología - y no por eso necesariamente el mejor - fue el tabicón de Marvin Harris: "El desarrollo de la teoría antropológica" que vio la luz exactamente en 1968, tabicón que yace en el librero de cualquier estudioso de la antropología y que ha contribuido de manera muy fuerte a formar la opinión acerca de la disciplina y, en particular, la visión del relativismo cultural, del marxismo y de la antropología social británica . En Francia salieron dos valiosos y originales tomos, una "Historia de la antropología" de Paul Mercier ya en 1966 y "Una historia de la etnología" de Jean Poirier en 1969. En Inglaterra publicó Adam Kuper el hermosamente chismoso "Antropología y antropólogos. La Escuela Británica, 1922-1972" en 1973, mientras que Angel Palerm empezó a publicar sus sobrias evaluaciones del desarrollo de las teorías etnológicas en 1974 .
Conviene prestar atención al ambiente que rodea el nacimiento de la antropología moderna: la antropología nace como un nuevo modo de producción de conocimientos, en un conflicto con un modo ya establecido de producir conocimientos, el modo que parte de la revelación y que es dominado y controlado por la iglesia, de manera que “todos los principales sociólogos y antropólogos contemporáneos de Frazer o a partir de él fueron agnósticos y positivistas – Westermarck, Hobhouse, Haddon, Rivers, Seligman, Radcliffe-Brown y Malinowski – y si trataban la religión, lo hacían como a una superstición para la que era necesario y debía encontrarse alguna explicación científica” . En el mundo victoriano, la cuestión religiosa no era un asunto de antaño, era un elemento de la vida cotidiana que afectaba por igual a antropólogos y ciudadanos, como por ejemplo a Frazer que “había planeado ir a Balliol College en Oxford, pero como presbiteriano de la iglesia libre su padre no tenía confianza en las tendencias de Oxford hacia la alta iglesia, por lo que Frazer en 1873 compitió por y ganó una beca de entrada a Trinity Collage en Cambridge donde continuó estudios clásicos y, después de ganar una beca en 1879 por una tesis acerca del Crecimiento de la teoría idealista de platón se quedaría toda la vida”, su amigo Robertson Smith, al contrario, siendo “víctima del último juicio exitoso por herejía en Gran Bretaña (Jones, 1984: 33), fue expulsado de su cátedra de exégesis hebrea y del Antiguo Testamento en la Universidad de Aberdeen el 26 de mayo de 1881, pero sus amigos le consiguieron trabajo como coeditor de la Enciclopedia Británica y, dos años más tarde, como profesor de árabe en la Universidad de Cambridge – donde conoció a Frazer.
El evolucionismo, cuyo desarrollo podemos seguir en Francia desde Bufón a Condorcet, no era ningún best-seller en ninguna de las iglesias y, sin embargo, sus raíces tenemos que buscar mucho más atrás. Norman Cohn plantea la pregunta: “¿cuándo dejó la gente de imaginar una sociedad sin distinciones de status o de riqueza, simplemente como una Edad de Oro irremediablemente perdida en el remoto pasado y empezó a pensar en ella como un estado preordenado para el futuro inmediato?”, y se contesta a sí mismo: “por lo que podemos conocer a través de las fuentes de las que disponemos, este nuevo mito social nació en los turbulentos años cercanos a 1380” . Allí tenemos las primeras raíces de lo que a través de la ilustración se desarrollaría a ser el progreso para luego convertirse en la idea de la evolución, fundamento de un evolucionismo como teoría antropológica.
Siguiendo nuestra digresión acerca de la iglesia y la antropología, también en el caso de Morgan, la religión tuvo una importancia práctica pues, recorsando que para los antropólogos de gabinete de antes del trabajo de campo, en muchos casos los corresponsales en el campo que les mandaron información empírica eran misioneros, así también en el caso de Morgan y “para un misionero activo y cristiano creyente, el proyecto no carecía de cierta tensión y ambivalencia intelectual y emocional. Aunque el esquema evolutivo de los estados de matrimonio de Morgan había sido definido en un contexto no darviniano, y Morgan mismo tenía cuidado de no relacionarlo con supuestos darvinianos, se dejará fácilmente integrar en el marco del discurso evolucionario (con algún énfasis conceptual). Fison estaba seguro de que Morgan era un darvinista convencido, y al principio le preocupaba que la investigación parecía oponerse a su propia convicción profundamente arraigada de que el hombre no podía progresar por su propia fuerza,  solamente con la ayuda de Dios. Después de alguna deliberación, Fison aceptó seguir trabajando hasta encontrar todos los eslabones de la cadena, antes de iniciar la disputa acerca de quién lo hizo” . Pero nos estamos saliendo del corral, tanto en el tiempo como en el espacio, y tenemos que regresar a la Escocia del siglo XVIII.
La antropología es una disciplina concreta, no obstante sus frecuentemente muy abstractos planteamientos, y se ejerce en un espacio y un tiempo determinado. Igual que Raymond Firth ha criticado a los antropólogos por hablar de la cultura en lo abstracto, y no de “la cultura de las Islas Andamanses en 1908”, de igual manera podemos insistir en estudiar la historia de la antropología en lo concreto, es decir que en vez de “un estudio del hombre” podemos hablar de “la antropología en Alemania durante el Romanticismo”, etc.
El objetivo de este texto es, siguiendo a esta tendencia histórica y concreta tanto en el tiempo como en el espacio, dirigir la atención al temprano desarrollo de la antropología en un periodo histórico en un espacio concreto: el desarrollo de una antropología en el periodo de la Ilustración en Escocia.

2 El ambiente social y cultural en Escocia.
Escocia tuvo poco contacto con Inglaterra, y su relación oficial empezó en serio en 1603, a la muerte de la Reina Elizabeth, cuando James VI de Escocia heredó el trono de Inglaterra, bajo el nombre de James I, pero “los reinos eran todavía distintos, solo que la corona se encontraba, de pura casualidad, en la misma cabeza”, hasta en 1707 cuando el Act of Union para siempre unió a Inglaterra y Escocia. El ambiente alrededor de este Act of Union no era muy tranquilo, y tres rebeliones sangrientas, dirigidas por líderes de los Jacobitas de la iglesia escocesa, en 1690, 1715 y 1745, sacudieron a Escocia hasta sus fundamentos.
El periodo histórico en Escocia que aquí nos interesa, la Ilustración del siglo XVIII con su naciente antropología, es realmente el cambio de Escocia de la periferia a la semiperiferia, y podemos ver todos los esfuerzos intelectuales como una lucha por sustituir una cultura tradicional, tribal y feudal por una nueva cultura citadina y capitalista, y como parte de esta lucha una nueva clase dominante, la burguesía, intenta legitimarse en su nueva posición, a diferencia de la anterior situación, donde “el comercio era despreciable”. Aquí serán de primera relevancia la lucha de David Hume por introducir y formular una nueva sensibilidad y de Adam Smith por captar la nueva lógica del mundo.

Escocia como semiperiferia
Escocia es un país netamente rural y campesino, y las ciudades son pocas y de dimensiones modestas, oposición de la cual surge una sociedad dual, muy similar a la situación que prevalece en México.

Los centros comerciales y académicos fueron dos que tres en Escocia en el siglo XVIII. La principal ciudad, en número de habitantes, volumen de comercio e industria, así como también en importancia académica, era Glasgow, seguía después Edimburgo, pero también tenía importancia Aberdeen. Es tal vez significativo que las tres ciudades son puertos, así que facilitan el contacto con el gran mundo, en especial con los países del continente. La importancia de las tres ciudades es nítidamente graduada, así que Glasgow, que domina la parte oriental de Escocia, es la ciudad más importante del país en todos sentidos, aparte de ser la más grande – la ciudad tiene hoy más de 700.000 habitantes, pero es el centro de una concentración urbana de más de dos millones de habitantes - su industria es la más pesada y su puerto es el más grande; Edimburgo es emblemáticamente escocés, es más pequeño que Glasgow, con medio millón de habitante, y su principal industria es también menos pesada, principalmente de cerveza y whisky; Edimburgo mismo no es puerto pero tiene contacto con el puerto de Leith en Firth of Forth y domina la parte oriental de Escocia; mientras que Glasgow y Edimburgo invariablemente son mencionados como “ciudades del sur de Escocia”, Aberdeen es a veces mencionado como “una ciudad en el norte de Inglaterra”, es más pequeño, con solamente 200.000 habitantes, y su puerto es de menor categoría, es de comercio y de pesca. Glasgow y Edimburgo son arzobispados, y las tres ciudades tienen universidad: Glasgow desde 1451, Edimburgo desde 1582, y Aberdeen desde 1494. Estas tres universidades son el marco alrededor del penamiento filosófico escocés, y se nota que las tres universidades son de antes de la unión con Inglaterra.
La religión y la iglesia tuvieron mucho que ver con el desarrollo en Escocia y con su relación con Inglaterra, y con el mundo externo en general.
Un personaje de mucho peso en este desarrollo fue el holandés emigrado Bernard Mandeville que promovía el lema de que “los vicios privados hacen la prosperidad pública”. Su impacto sobre el pensamiento ético y moral fue considerable, y al final de una larga lista de comentaristas suyos se señala que “Francis Hutcheson, persona de no poca importancia en la historia del pensamiento inglés, escribió contra él dos libros, mientras que Berkeley lo tomó en cuenta en dos diálogos y Adam Smith escribió dos veces extensamente acerca de sus ideas” . El punto de partida de Mandeville es que “así como entre los animales bastante perfectos para exhibir orgullo, encontramos que los más hermosos y preciados de su clase son los que mejor dotados están de él; así en el hombre, el más perfecto de los animales, es tan inseparable el orgullo de su propia esencia (por más astutamente que algunos aprendan a ocultarlo o disimularlo) que sin él el compuesto que lo forma carecería de uno de sus principales ingredientes” ,
Una impresión del peso del pensamiento filosófico y enciclopédico en Escocia nos da un curioso producto escocés, no obstante su nombre decididamente británico: la ya muy famosa “Enciclopedia Británica”, cuyo primer tomo de su primera edición fue introducido por el artículo “Dissertation Exhibiting the Progress of Metaphysical, Ethical and Political Philosophy since the Revival of Letters in Europe”, escrito por Dugald Stewart en 1820 .

Lo más sorprendente en el caso de la Ilustración en Escocia es tal vez que una sociedad tan pequeña, en la cual la modernización es tan reciente y tan precaria, de repente demuestra una burguesía con tanto peso y un gremio jurisprudencial con tanto puje. La sorpresa se concentra en el interés de este texto en el hecho de que la antropología, que es producto de la modernidad y, dentro de la modernidad, es producto de la burguesía, tiene raíces tan sólidas en una sociedad en la semiperiferia con las características señaladas antes.

3 El pensamiento en Escocia
Para adentrarnos en el pensamiento en Escocia en la segunda mitad del siglo XVIII tenemos que tomar en cuenta dos puntos de primera importancia. En primer lugar, que las relaciones hacia fuera desde Escocia eran menos con Inglaterra que con el continente europeo, principalmente con Francia pero también con otros países del continente, de manera que no es raro que encontramos a un ruso, Desnitsky, siguiendo las clases de Adam Smith en Glasgow, y, en segundo lugar, que el pensamiento social se llevaba a cabo dentro del marco de una “filosofía moral”, una disciplina que abarcaba todo. Se recuerda que la obra de Adam Smith que viene a fundar la ciencia económica, “La riqueza de las naciones” de 1776, no era la obra de un economista, sino de un profesor de filosofía moral de la Universidad de Glasgow.

Ojo: Saint Andrew’s College,
el Colegio Marischal en Aberdeen

En el ambiente cultural en Escocia en el siglo XVIII encontramos tres grupos de pensadores que podemos dividir así, según su adscripción institucional: los independientes serían Henry Home, Lord Kames (1696-1782), Robert Wallace (1697-1771), Sir James Steuart (1713-1780) y Dr. James Anderson (1739-1808). Los pensadores que podemos llamar la Pandilla de Glasgow, pues estaban adscritos a la Universidad de Glasgow, serían Francis Hutcheson (1694-1746), professor de Adam Smith, Adam Smith (1723-1790), Thomas Reid (1710-1796) y John Millar (1735-1801), mientras que la Pandilla de Edimburgo, adscritos a la Universidad de Edimburgo, serían David Hume (1711-1776), Adam Ferguson (1723-1816) y Dugald Stewart (1753-1828). Pero tenemos que agregar un cuarto grupo de pensadores, concentrados en Aberdeen. Sin embargo, la cohesión de los pensadores escoceses era tal que “en cierta manera, podría decirse que todos los filósofos morales de Escocia escribieron los mismos libros” .
Podemos fijar el momento del nacimiento de esta escuela ilustrada escocesa, pues el fundador casi oficial fue George Turnbull que fue impuesto en el Colegio Marischal en Aberdeen después de la rebelión jacobita en 1715, para contrarrestar movimientos jacobitas en el colegio, de manera que podemos fijar el nacimiento de la escuela escocesa de pensamiento ilustrado alrededor de 1715. La influencia fue directa sobre otro de los integrantes de la escuela escocesa, pues George Turnbull fue profesor de Tomas Reid en el Colegio Marischal.
Thomas Reid, egresado del Colegio de Mariscal en Aberdeen, es claramente el más filosófico de los filósofos de Glasgow.
David Hume (1711-1776) ocupa, junto con Adam Smith, un lugar de primera importancia en la historia del pensamiento en general y en el pensamiento escocés en particular, y los podemos considerar como los pilares más importantes del pensamiento ilustrado en Escocia, hasta tal grado que nos quedamos con la impresión de que los demás pensadores escoceses del tiempo son satélites que giran en torno a esos dos. No puede sorprender que A. J. Ayer, uno de los principales promotores del neopositivismo en el espacio anglosajón, inicia su biografía así “David Hume, en mi ánimo el mayor de los filósofos británicos” , pues el programa filosófico de Hume es grosso modo un temprano positivismo en lo referente al método y la teoría de la ciencia, y el subtítulo de su Tratado es  “An attempt to introduce the experimental method of reasoning into moral subjects”. Un amigo de Hume es George Turnbull (1698-1748), el regente de Marischal Collage en Aberdeen y profesor de Thomas Reid allá y autor de “Principles of Moral Philosophy”, publicado en 1740 (el mismo año que Hume publicó los capítulos II y III de su tratado, contiene una defensa de que las filosofías naturales y morales pertenecen al mismo tipo de disciplinas, uno de los puntos fundamentales del pensamiento positivo y neopositivo.
Todo el mundo sabe que David Hume es filósofo: “” (no obstante que él mismo habla de que “casi mi vida entera ha sido gastada en actividades literarias” ), pero escribió también historia, y Voltaire repetía una y otra vez, hablando de los seis tomos de su “Historia de Inglaterra”, que “nada se puede añadir a la fama de esta Historia, quizá la mejor escrita en lenguaje alguna” . Y otro pensador opina que su Historia, “brillante y de peso como era, se debe clasificar antes como examen filosófico que como relación histórica” .
El pensamiento de David Hume se fundamenta en un programa anti-cartesiano: “La filosofía – escribe Descartes – es como un árbol cuyas raíces son la metafísica, su tronco la física y las ramas que salen del tronco, todas las demás ciencias. Hume se propone mostrar que las raíces son la teoría de la naturaleza humana, no la metafísica, y el tronco las ciencias morales y no la física. Este es el sentido principal de su positivismo” .
Sin embargo, igual que Descartes, David Hume tuvo sus problemas y confrontaciones con los que llamaba “los fanáticos”, en términos generales los líderes y seguidores de la iglesia oficial en Escocia, igual que el pensamiento ilustrado en Francia también era, si no antirreligioso, por lo menos antieclesiástico. Uno de los resultados filosóficos en Escocia del conflicto entre el pensamiento ilustrado y la iglesia oficial fue una posición que se acerca mucho al deismo: la idea de que Dios ha creado el mundo, pero que después de su acto de creación, se retira por completo y deja la responsabilidad por su funcionamiento a los habitantes del mundo creado por él, que son también su creación .
Después del éxito obtenido tras la publicación de los dos tomos de “ensayos”, Hume se animó a presentar como candidato a un profesorado “ética y filosofía pneumática”, ocupado por un Dr. Alexander Pringle que se encontraba con licencia y desempeñándose como doctor médico en el ejército, en la Universidad de Edimburgo. Debido a una serie de coincidencias – la demora de la renuncia del Dr. Pringle, la renuncia del protector de Hume, el Lord Preboste Couts y, lo que nunca falta, la oposición de los “fanáticos” – Hume retiró su candidatura y (después de que el puesto le hubiera sido ofrecido en 1745 al amigo de Hume, Francis Hutcheson, quien lo declinó) fue nombrado el sustituo del Dr. Pringle para ocupar anodinamente el puesto. En el transcurso del proceso, intentó Hume en 1745 aplacar a los fanáticos con la publicación de un breve ensayo con el título “Carta a un caballero a su amigo en Edimburgo”, alegando que de ninguna manera tiraba hacia el ateismo y que no hubiera negado el principio “de que todo lo que comienza a existir debe tener una causa”.
Una cuestión que de manera contundente aleja a David Hume del pensamiento cristiano autorizado en Escocia es su idea acerca de los milagros, acerca de los cuales Hume tuvo su opinión muy precisa y explícita: “nuestra evidencia de la verdad de la religión cristiana es aún menor que la evidencia de la verdad de nuestros sentidos, porque incluso en los primeros autores de nuestra religión no fue mayor y, evidentemente, ha de disminuir al pasar de ellos a sus discípulos; así, no se puede confiar ni en el testimonio de éstos ni en el objeto inmediato de sus sentidos. Más una evidencia débil jamás podrá destruir otra más fuerte, y, por tanto, aunque la doctrina de la presencia real estuviera muy claramente revelada en la Sagrada Escritura, darle nuestro asentimiento sería directamente contrario a las reglas del razonar justo. Sería contradecir la razón, cuando la Sagrada Escritura, así como la Tradición en la que se supone que se funda, no tienen a su favor una evidencia como la propia razón, mientras las consideramos evidencias externas, y no sean llevadas a nuestro corazón por la acción inmediata del Espíritu Santo” .
La providencia fue un concepto de mucha relevancia en el pensamiento religioso y filosófico en nuestra Escocia

Testimonio de sus relaciones tirantes con la iglesia (mucho más que con la religión, igual que Voltaire) es el hecho de que sus “Diálogos sobre la religión natural” no fueron publicados hasta tres años después de su muerte, en 1779. Al principio del año de 1776, cuando sentía cada día más la muerte como una amenaza inminente, redactó su testamento, con la siguiente cláusula: “Dejo todos mis manuscritos, sin excepción, a mi amigo el Dr. Adam Smith, ex Profesor de Filosofía Moral en Glasgow, con el deseo de que publique mis Diálogos sobre la religión natural, que forman parte de este legado; es también mi deseo que no publique los manuscritos que él sospeche que no han sido redactados durante estos últimos cinco años, y que los destruya cuando lo estime conveniente. Aunque confío plenamente en la fiel ejecución de esta parte de mi testamento, debido a la sincera e íntima amistad que siempre ha existido entre nosotros, le dejo, en señal de pequeña recompensa por sus molestias al corregir y publicar esta obra, doscientas libras que se entregarán inmediatamente después de la publicación del libro” . Pero Adam Smith no tuvo ganas de meterse en posibles líos por razones de la religión y, cuando poco después encontró a David Hume a medio camino entre Edimburgo y Londres, declinó la invitación, y después de otros tantos intentos por asegurar la publicación de sus diálogos, escribió el 8 de julio del mismo año a su editor, William Strahan que “en cuanto llegue a Edimburgo, es mi intención imprimir una pequeña edición de 500 ejemplares, de los cuales regalaré 100. Dejaré los restantes a su disposición, junto con la propiedad literaria de mis obras completas, asumiendo que usted no tenga escrúpulo alguno, dado su condición de editor. No es necesario que figure su nombre en la portada” . Pero ni así fueron publicados sus diálogos, hasta que su sobrino David las publicara tres años después de su muerte.
Donde nos deja David Hume, a su muerte en 1776, entra Adam Smith, doce años más joven que él y su recalcitrante albacea. Adam Smith había nacido en Kirkcaldy, un pequeño pueblo en la costa cerca de Edimburgo, en una familia pobre: su padre, Adam Smith también, juez e inspector de aduanas, murió antes que naciero el niño y “se anudó una estrechísima relación entre Adam Smith y su madre; vivió siempre con ella, nunca se casó y de hecho la sobrevivió apenas seis años” .
En 1737 se dirigió a la capital de Escocia, Glasgow, y se inscribió en la universidad allá para estudiar bajo Francis Hutchison

4 Las antropologías en el pensamiento escocés.
Muchos de los historiadores de la antropología piensan que “puede señalarse un periodo, el de la última mitad del siglo XVIII, como punto de partida de su desarrollo. Es hija de la Ilustración y conserva a través de su historia y hasta la actualidad muchos de los rasgos característicos de su origen” . Y, si recordamos la ambición holística de la antropología, y la expresión programática de esta ambición, que “nada humano me es ajeno” , entonces es natural, o más bien inevitable, que encontraremos raíces de una antropología en el pensamiento de nuestros filósofos escoceses, pues todos son, como sucede en toda la Ilustración, pensadores con un muy amplio abanico de intereses. Si miramos la producción de David Hume, entonces encontramos incursiones en la filosofía propiamente, en la crítica literaria, en la historia y en la historiografía, en la teoría de las religiones y en la epistemología, en la filosofía política y en la economía política, para mencionar tan solo algunas.
Los filósofos morales escoceses nos ofrecen un discurso que viene a conformar una plataforma antropológica, y los tres temas que llegan a caracterizarlo así son, primero, la definición del hombre como tal, segundo, las teorías políticas y, tercero, el discurso histórico. Estos tres temas ocupan un lugar privilegiado en el sistema o el casi sistema de cada uno de los integrantes relevantes de la escuela de los filósofos morales de Escocia, tanto los independientes como los de Glasgow y los de Edimburgo.
Si saltamos un poco hacia delante para echar un vistazo a la primera antropología científica y profesional, el evolucionismo clásico de la segunda mitad del siglo XIX, entonces encontramos floreciendo lo que vemos aquí como un tierno inicio: entre los pensadores escoceses encontramos las raíces de lo que será posteriormente la antropología evolucionista, con todos los detalles y todos los aspectos cubiertos.

En referencia a la primera pregunta
Hume “quería responder las más fundamentales cuestiones filosóficas sobre cómo llega la gente a poseer una concepción del mundo o de sí misma y a pensar de un modo científico (o moral, político, religioso o estético). Esas cuestiones debían responderse de la única manera posible: mediante la observación y la inferencia que parte de lo observado” . Estas fundamentales cuestiones filosóficas me parecen al mismo tiempo ser fundamentales cuestiones antropológicas, sobre todo cuando se plantean la observación y la inferencia que parte de lo observado como la única manera posible de contestarlas. En efecto, casi vemos a David Hume partiendo de trabajo de campo para reunir los datos empíricos accesibles.

Nos queda la siguiente pregunta: ¿qué tan cerca llegan nuestros filósofos a formular el concepto de cultura que es la herramienta fundamental de la antropología? Me parece que David Hume llega muy cerca

“las edades del mayor espíritu público no son siempre las más eminentes para las virtudes privadas. Las leyes buenas pueden engendrar orden y moderación en el gobierno, donde las maneras y las costumbres les han imbuido poco espíritu humano o justicia en el temperamento de los hombres” . Me parece que los conceptos que utiliza Hume en su intento por reducir la política a una ciencia (casi positiva), “maneras”, “costumbres”, “temperamento”, son conceptos que están tan cerca del concepto de cultura que casi forman parte de este concepto.

Si consideramos el segundo punto, el análisis político de la sociedad, entonces tenemos de nuevo que partir del pensamiento de David Hume. Una parte de la filosofía de Hume es una filosofía de las pasiones, pero las pasiones se tienen que ver juntas con la razón: “la razón es, y sólo debe ser, una esclava de las pasiones, y no puede pretender otro oficio que el servirlas y obedecerlas” ,

Pero la ética de Hume abarca la combinación de pasiones y razón y, recordando que la filosofía política es derivada de la ética, ya tenemos la cadena establecida

Quedándonos con Hume, podemos extender nuestra búsqueda a los escritos históricos, pues “la unidad que forman con su obra filosófica es mucho más estrecha de lo que se ha supuesto usualmente” , pero para empezar a buscar la historiografía ilustrada en Escocia e Inglaterra podemos iniciar nuestra búsqueda con Simon Ockley, el desafortunado autor de “La historia de los sarracenas” que se inscribió en la primera mitad del siglo XVII, un periodo estéril en lo que se refiere a obras de historia . La historia de Ockley tenía la desventaja de ser muy elemental y basarse en un manuscrito árabe en la Biblioteca Bodleyan que no era tan confiable como pensaba el autor, tenía – como precursor de una historia que se deviene antropología – de encontrarse inmersa en la alteridad, pues trataba el proceso histórico en el Medio Oriente. Pero era británica y no escocesa, y cuando metieron al autor en la cárcel por deudas, fue en Inglaterra y no en Escocia.
Pero en la segunda mitad del siglo XVII sucedió un cambio en la historiografía en Inglaterra y Escocia y, “con Hume fue elevada a un nivel altísimo en la composición de prosa; su derecho a su lugar destacado fue mantenido por Robertson y, finalmente, en el Decline and Fall of Rome de Gibbon alcanzó el nivel más alto de perfección que jamás haya alcanzado en este país, y tal vez en cualquier otro país también” . Para algunos, esta escuela historiográfica es la “Escuela de Voltaire” en Inglaterra, para otros es la “Escuela Escocesa”, ya que dos de los tres integrantes son de Escocia.

Con Henry Home, Lord Kames (1696-1782), grosso modo coetáneo de Montesquieu, inicia una serie de pensadores políticos y morales que se dedican al estudio de la historia – la historia de Escocia y del mundo.

Robert Wallace (1697-1771)

Sir James Steuart (1713-1780)

Dr. James Anderson (1739-1808)

Glasgow

Francis Hutcheson (1694-1746), professor de Adam Smith

Adam Smith (1723-1790)

Thomas Reid (1710-1796)

John Millar (1735-1801), alumno de Adam Smith y desde 1761 profesor en derecho en la Universidad de Glasgow, escribió dos libros importantes. En su libro más conocido, “An Enquiry into the Circumstances which Give Rise to Influence and Authority in the Different Members of Society”, no puede sorprender que “la idea de progreso social, el hijo de la Ilustración, ocupaba la mente de John Millar” , y tampoco que el argumento del libro tuvo una fuerte influencia de Montesquieu, Lord Kames y Adam Smith. El libro pretendía “deducir las causas de diferentes leyes, costumbres e instituciones que previamente han sido señaladas simplemente como hechos aislados y no aleccionadores” . Metodológicamente se valió de la historia teórica o historia conjetural, de acuerdo a Dugald Stewart, clasificó a todas las sociedades en cuatro tipos: cazadores y pescadores, pastoriles, agrícolas y los que se dedican al comercio, una clasificación que ciertamente ya encontramos en Aristóteles, y se coloca como un firme precursor de los evolucionistas clásicos: al mismo tiempo que intentaba distinguir lo que es general a toda la humanidad y lo que en las sociedades concretas se debe a circunstancias particulares, generalizaba, de la manera más optimista: “hay, pues, en la sociedad humana un progreso natural de la ignorancia al conocimiento, y de las costumbres primitivas a las civilizadas, cuyas diferentes etapas van generalmente acompañadas de leyes y costumbres peculiares. Diversas causas accidentales han contribuido a acelerar este avance en los diferentes países” .
“En esta situación, las mujeres se convirtieron, no en esclavas ni en los ídolos del otro sexo, sino en amigas y compañeras”  .
“En los primeros periodos, la edad y la autoridad están tan inseparablemente conectadas que, en la lengua de las naciones incultas, la misma palabra que quiere decir anciano se emplea generalmente para denominar a un gobernante o magistrado”  .
“La autoridad derivada de la riqueza no sólo es mayor que la que emana de simples logros personales, sino también más estable y permanente. Las cualidades extraordinarias, ya sean de mente o de cuerpo, sólo pueden tener efecto durante la vida del que las posee y raras veces continúan durante mucho tiempo en la misma familia. Pero un hombre habitualmente transmite su fortuna a su posteridad y, junto con ella, todos los medios para crear dependencia de los que disfrutó. Así pues, el hijo que hereda la propiedad de su padre está capacitado para mantener el rango igual, al mismo tiempo que preserva toda la influencia adquirido por el antiguo propietario y que aumenta cada día en virtud del hábito y se vuelve cada día más considerable a medida que pasa de una generación a otra”  .
“de manera que la autoridad que se basa en la propiedad de la tierra se vuelve más permanente y es susceptible de recibir una acumulación continua de fuerza cuando permanece varias generaciones en la misma familia”  .
“El libro de Millar contiene algunos errores etnográficos e históricos, quizás inevitables en la época en la que escribió, pero en muchos aspectos es más cercano a un trabajo sociológico moderno que cualquier otro libro del siglo XVIII” .
“Rara vez, por no decir nunca, se ve el salvaje impulsado al matrimonio por sus particulares inclinaciones sexuales; lo más corriente es que adopte esa convención cuando llega a determinada edad y se encuentra en circunstancias que hacen que la adquisición de una familia le resulte conveniente o necesaria para su subsistencia confortable”  .
“Acaban por cansarse de actuar concertadamente unos con otros, porque por ello están sujetos a continuas disputas relativas a la distribución y al manejo de su propiedad común; mientras que cada uno está ansioso de usar su trabajo en su propia ventaja y de tener una propiedad separada, de la que puede disfrutar según su inclinación. Así, por una especie de acuerdo tácito, las diferentes familias del poblado pasan cada una a cultivar su propia tierra, separada de las otras”  .
Acerca del surgimiento del estado desde el parentesco: “pronto se extinguen y se olvidan las distinciones entre las familias. El poder de los jefes, o de la nobleza, que depende de la adhesión de sus respectivos clanes, queda, en consecuencia, rápidamente destruido, y el monarca, que sigue a la cabeza de la nación sin un rival que equilibre su influencia, no tropieza con ninguna dificultad para extender su autoridad sobre todos los dominios”  .

Edimburgo
David Hume nos aleja del pensamiento filosófico y nos lleva hacia la antropología: son “los hábitos, más que la razón, los que en todas las cosas constituyen el principio que impera sobre la Humanidad”

Adam Ferguson (1723-1816) nació en 1723 en Pertshire. Terminando sus estudios se hizo capellán de un regimiento escocés (the Black Watch Highlander Regiment), pero paulatinamente perdió la fe. En 1757 sucedió a David Hume como bibliotecario en la Facultad de Abogados en Edimburgo, para después ocupar la cátedra de filosofía natural en la Universidad de Edimburgo, desde 1759 y luego, desde 1764, la cátedra de filosofía moral y pneumáticas en la misma universidad. En 1767 publicó su obra maestra, “Essay on Civil Society”, exponiendo una teoría del progreso natural de la humanidad, una idea que poco a poco se estaba convirtiendo en sentido común y universalmente aceptada. Igual que Dugald Stewart se opone al racionalismo a ultranza: “Like the winds that we come to know not whence blow whither soever they list, the forces of society are derived from an obscure and distant origin. They arise before the date of philosophy, from the instincts, not the speculations of men” . El libro de Ferguson viene siendo uno de los tratamientos más importantes de la cuestión política de la mano de un filósofo escocés, pero de ninguna manera es el único: hay otros antes que él, y viene más después de su publicación.
Ferguson se opone a la teoría hedonista de David Hume

Cerrando el círculo podemos decir que el último de esta serie de pensadores ilustrados escoceses fue Dugald Stewart, alumno de Thomas Reid y Adam Smith en Glasgow, quien heredó la cátedra de Adam Ferguson en filosofía moral en Edimburgo, “pues fue Stewart, más que cualquier otra figura, quien actuó de manera más o menos tímida, como enlace entre esa generación tardía del siglo XVIII de filósofos morales escoceses e historiadores de la sociedad civil, y la nueva generación de escritores educados en Escocia que fundaron los principales periódicos intelectuales del momento” . Dugald Stewart expresó con claridad y convicción el optimismo tan típico de los pensadores ilustrados, a cuya denigración Isaiah Berlin dedicó tantos años de su vida : “El progreso de la civilización en tiempos modernos fue un proceso de avance en una sola dirección; la experiencia antigua del ciclo, mitigada sólo temporalmente por la invención política, ya no era pertinente. Las ciencias morales y políticas tenían frente a sí los mismos prospectos de mejora que los de la física cuando por primera vez se abordó en términos sistemáticos. Además, incluso si estas esperanzas estuvieran basadas sólo en la ilusión, aún así sería importante cultivarlas por el modo en que conducen a los intereses últimos de la humanidad; fomentaron su ejercicio en el servicio público sobreponiéndose a la desesperación y reforzando la convicción de que el prejuicio, la esclavitud y la corrupción deben ceder el paso a la verdad, la libertad y la virtud”
Un particular mérito de Dugald Stewart es haber formulado el método de la historia conjetural, un enfoque que en años posteriores causaría una gran polémica en los círculos cultos, como decía David Hume,
Podemos ver algunos de los rasgos compartidos por los diferentes movimientos ilustrados en la vida y obra de Desnitsky, uno de dos estudiantes rusos que habían llegado a Glasgow para escuchar las clases de Adam Smith y John Millar
Podemos terminar la discusión de los pensadores escoceses que se dedican al aspecto histórico de la filosofía y que se acercan a la antropología con la “Historia de América” de William Robertson, un historiador escocés que ocupa un lugar muy importante en este proceso histórico. La vida y la obra de William Robertson coincide con mucha precisión con los demás ilustrados que hemos visto: nació en 1721 en Borthwick en Midlothian, su primer libro “History of Scotland, 1542-1603” fue publicado en 1759, su libro más importante “History of Charles V” en 1769 y el libro suyo que es más relevante para nosotros, “History of America”, fue publicado en 1777.
La “History of America” de William Robertson fue “descubierto” en 1960 por el antropólogo Adamson Hoebel, que opina que “la obra muy importante de William Robertson (1721-1793), eminente historiador escocés cuya History of America, publicada por vez primera en 1777, merece ser reconocida como un parteaguas significativo en el desarrollo de la antropología cultural” . William Robertson era uno de los tres representantes de la escuela historiográfica de Voltaire en Inglaterra ; los otros dos eran Edward Gibbon y David Hume, y su mérito estriba en que “fue uno de los primeros que se dieron cuenta de la importancia de las ideas generales en la historia. Vio que la narrativa inmediata de los eventos, de la que se ocupaba, necesitaba un trasfondo de generalizaciones amplias y articuladas, que se referían al estado social del cual la historia formaba parte” .

5 Conclusión
¿Cuál ha sido la importancia y la relevancia para el desarrollo de una teoría antropológica el pensamiento filosófico ilustrado en Escocia en el siglo XVIII? Podemos considerar tres de las líneas de intereses de los pensadores escoceses: el carácter del hombre como tal y como animal social, las características políticas de la sociedad y sus instituciones a través de la evolución humana y, finalmente, el proceso histórico en si mismo.
En la primera línea, el carácter del hombre como tal y como animal social,

En la segunda línea, las características políticas de la sociedad y sus instituciones a través de la evolución humana podemos reconocer al menos una innovación de máxima importancia, la introducción del concepto de sociedad civil, un concepto que hoy ha vuelto a tener una relevancia especial hasta aquí en México, como parte indispensable en una discusión de la democracia (presente o ausente). Adam Ferguson

En la tercera línea, el proceso histórico en si mismo

Los alumnos de Stewart, un grupo de notables whigs, Francis Jeffrey, Henry Brougham, Francis Horner y Sydney Smith fundaron la Edinburgh Review.

En este desarrollo de una teoría antropológica llama la atención la omnipresencia de los abogados en la discusión. Fue tal vez debido a la estructura de la vida académica y universitaria en Escocia en el periodo que discutimos, pero la temprana presencia de abogados en la antropología sigue imponiendo su huella en las preguntas a plantear en esta disciplina. La presencia de los abogados en el auge de la antropología científica, en el evolucionismo clásico en la segunda mitad del siglo XIX, sigue siendo un hecho conspicuo, y uno de los más importantes fue escocés: McLennan. Pero llama también la atención el hecho de que una minúscula burguesía en un muy pequeño país, Escocia, contribuye tan fuertemente y de manera asimétrica al desarrollo del pensamiento sistemático en general y del discurso que será la teoría antropológica en particular, casi como fue el caso de Cataluña en el Imperio Español. Más todavía llama la atención que el pequeño país cuya burguesía y cuyos abogados tan fuertemente contribuyeron al desarrollo de la teoría antropológica no fue propiamente parte de la metrópoli, sino más bien parte de la periferia, tal vez de los que Emmanuel Wallerstein llama la semiperiferia.



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